Factor Juliana

Como cualquier marido considerado avisó a tiempo a su mujer que no volvería a almorzar, justo en el momento en que ella pensaba en lo que comerían. Mauricio Macri le dijo por teléfono a Juliana Awada, desde Cañuelas, que se quedaba en la parrilla de Beto (así, sin apellido, como presenta el oficialismo a la gente común que visitan).

No es una pareja cualquiera, pero pretende serlo. El Presidente trabaja en la quinta de Olivos los miércoles y viernes. Esos días suele hacerse tiempo entre audiencias y reuniones para almorzar en familia. A la primera dama le gusta cocinar (no sólo milanesas) y con productos de la tierra. Por eso, la granja y la huerta que puso en marcha, y que cuida personal del INTA, rinde mensualmente 240 kilos de verduras y frutas, que van a parar a los platos de la familia presidencial, los funcionarios y el personal que trabaja allí, en tanto que el resto se reparte entre entidades solidarias de la zona.

Aunque no se hable del tema, la estabilidad emocional del primer mandatario es una cuestión de Estado. Los diez años y medio del menemismo comenzaron con algo que hoy sería una cuestión de género intolerable: el humillante desalojo de la quinta presidencial de la entonces primera dama Zulema Yoma, por parte de personal militar. A continuación, la residencia se transformó en una suerte de festivo club de solteros, ensombrecido por la trágica muerte de Carlos Menem Jr., en 1995.

El quinquenio que va de 2010 a 2015 se inició con otro deceso, el de Néstor Kirchner, que hizo de su viuda una mujer más fóbica en la misma casona, que se empezó a venir abajo. Quedó en tan malas condiciones que Macri y su familia debieron vivir en los primeros tiempos en la casa de huéspedes que Menem hizo construir en la quinta para alojar al presidente George Bush padre cuando vino a la Argentina.

Juliana Awada se propuso recuperar el calor de hogar con decoración minimalista y colores claros. Quería devolverle normalidad a un lugar tan cargado de megalomanías y oscuridades que antes de Cristina también hospedó, en 1974, a otra presidenta viuda y padeciente, María Estela Martínez.

A diferencia de las aspiraciones políticas de la mayoría de las consortes de mandatarios peronistas (Eva Duarte, Isabelita, Chiche Duhalde y Cristina Fernández), Juliana reivindica y expone en la vidriera pública el rol de la mujer tradicional, tal como se presenta en su cuenta de Instagram ("Soy Juliana. Mamá de Valentina y de Antonia. Mujer de Mauricio. Diseñadora...

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