Fabián Gómez: el reencuentro del campeón con su costado sensible

Eran unas cuarenta personas esperándolo en la puerta de su casa; estaban su familia entera, muchos amigos y vecinos del barrio. Los fuegos artificiales ya estaban preparados en ese humilde hogar al costado del hoyo 9 del Chaco Golf Club. Cuando Fabián Gómez llegó desde Buenos Aires con su camioneta y se bajó, miró a los ojos a Ani y le dijo: "¿Y, vieja? ¿Ya está la polenta?"

Desde el jueves a la noche, Resistencia se revolucionó con el regreso del gran campeón a la provincia. El domingo pasado, el Negro se consagraba en el St. Jude Classic, en Memphis, y se convertía en el quinto golfista argentino en triunfar en el PGA Tour, después del Maestro De Vicenzo, José Cóceres, Angel Cabrera y Andrés Romero. Hasta que se reincorpore a la elite del golf, en el Greenbrier Classic (del 2 al 5 de julio), torneo que en 2014 ganó el Pato Cabrera, Gómez recarga pilas con el afecto de su mamá; su mujer, Pamela, y sus hijas, Valentina y Melina, que ayer se divertían con él en el putting green del club.

"La ventaja es que ahora voy a poder elegir los torneos que quiero jugar y volver para reencontrarme con mi familia; eso me da tranquilidad. Y además tengo la ilusión de jugar el Masters el año próximo", proyecta Gómez, que con su primer título tiene garantizada su permanencia en el circuito hasta la temporada 2017 en forma completa.

El viernes fue el cumpleaños de Ani, y lo primero que hizo el golfista fue ir de compras con su mamá para regalarle un par de zapatos y una cartera. Los dos posaron ayer para unas imágenes, a unos metros del Club House del Chaco Golf. "¡Qué lindo te queda el saco del torneo!", le dijo alguien a la madre, mientras que el fotógrafo los retrataba. "A mí me gustan los sacos de color verde", respondió rápido Ani, fantaseando con su hijo en Augusta. Y todos estallaron de risa.

Ese mismo viernes a la noche se abrió la puerta de la casa de los Gómez para quienes quisieran compartir un asado de proporciones gigantescas, preparado a fuego lento por Roberto Cóceres y sus primos. Fue un desfile de cortes de carne, achuras y ensaladas, en una tertulia nocturna de rostros felices. "Nunca me gusta que alguien se quede sin comer", apuntaba Gómez, generoso, el mismo que en la jornada del sábado del St. Jude Classic le regaló una pelotita a un espectador desconocido por cada birdie que hacía. Cuando logró el primero, el chaqueño le dio en mano el premio a aquel hombre mayor, norteamericano, que lo seguía atento por el campo a bordo de una silla...

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