Expresiones de dolor y críticas al Gobierno en el velorio de Nisman

Cerca de las ocho de la noche, las velas pegadas al piso de la calle O'Higgins al 2900 comenzaron a encenderse. A centímetros, varias decenas de rosas rojas, la foto del fiscal Alberto Nisman y una de sus últimas frases: ", con esto me juego la vida".

Fue ésta una de las postales más significativas del velorio del fiscal de la causa AMIA, que comenzó a media tarde de . Sus familiares directos prefirieron llorarlo de manera íntima, casi sin testigos, hasta las 21, cuando comenzaron a llegar invitados especiales, en una dinámica constante de visitas que se extendía hasta las 9 de hoy, hora prevista para el traslado de sus restos hacia el cementerio judío de La Tablada, en La Matanza.

Eran las 17.15 cuando el cuerpo de Alberto Nisman llegaba a la sala velatoria. Lo trajo una ambulancia manejada por judíos ortodoxos vestidos de negro, empleados de la AMIA que se encargaron del lavado ritual del cuerpo y su traslado desde la cochería de la calle Loyola, donde había llegado desde la morgue judicial.

Con la presencia del rabino Marcelo Polakoff, que hoy tendrá a su cargo la ceremonia del entierro, y del vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff; la madre de Nisman, Sara Garfunkel; una de sus hermanas; su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado, y sus hijas menores formaron parte del círculo íntimo que tuvo la posibilidad de darle el último adiós a Nisman. Afuera, y a partir de esa hora, comenzó a agolparse gente que combinaba la valorización de la labor del fiscal con durísimas críticas al Gobierno.

"Hoy me siento una familiar más", decía una vecina muy rubia. "No soy familiar, soy argentino", contestó el hombre que la acompañaba ante la pregunta de un periodista. Otros manifestantes, enrolados en el "Equipo de la Resistencia" y que llegaron temprano, eran menos sutiles. "Asesinos, asesinos", y "Cristina, renunciá", eran algunos de los cantos repetidos.

Entre tanta espera, algunos perdían la paciencia. Cuando llegó la primera corona, que llevaba el nombre del Ministerio Público Fiscal, un grupo de manifestantes enardecidos arrancó la cinta y la pisó. La segunda corona, enviada especialmente por la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó, logró llegar intacta porque quien la trasladaba esquivó a los manifestantes por un costado de la valla que separaba a periodistas, vecinos y policías de la entrada de la sala.

Gils Carbó llegó al lugar casi a las 22, en el asiento de atrás de un auto con vidrios polarizados. Pudo escuchar los abucheos y...

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