Una experiencia para no perderse

Duros / Dramaturgia y dirección: Lisandro Rodríguez / Elenco: Enrique Biondini, Edgardo Castro, Mariano González y Martín Tchira / Diseño de espacio: Norberto Laino / Diseño de luces: Matías Sendón / Realización de escenografía: Sofía Eliosoff y Sofía Etcheverry / Entrenamiento corporal: Natalí Faloni / Sala: Elefante Club de Teatro, Guardia Vieja 4257 / Funciones: viernes, a las 21,30 / Duración: 60 minutos.

Nuestra opinión: muy buena

El teatro de Lisandro Rodríguez ha crecido de una manera más que notoria en los últimos años, pero no lo ha hecho de forma sorprendente. Desde la creación misma de su propia sala (la original, la actual), el teatro que allí se hace es uno que busca elaborarse con fuerte conciencia espacial y teatral. Si hay algo que allí el espectador no va a encontrar es una escena naturalista, a la usanza de gran parte del teatro independiente porteño actual. El uso de la calle en Hamlet ha muerto, el lado A y el B en Un trabajo, y ahora en Duros un increíble pozo en el que los actores sumergidos -no hay metáfora, es literal- llevan adelante su performance.

De la mano de uno de los más importantes diseñadores espaciales de nuestro país, Norberto Laino, Rodríguez realizó un pozo en su sala. Literalmente. Cavó un pozo y se introdujo en las entrañas mismas de la ciudad. Y allí, hundidos, los actores se mueven entre tierra, restos de cemento, polvo y agua. Los espectadores desde la superficie se asoman a ese corral del que podrían salir si el cuerpo se los permitiese.

¿Qué se cuenta? Nada en términos literarios. Los personajes emiten sonidos repetitivos, casi chirridos, que incomodan al principio y comienzan a doler hacia el final. Se mueven de manera frenética pese a la estrechez del espacio, repiten acciones como condenados a una secuencia de la que no hay escapatoria. Ellos son...