Excitación burguesa por el aborto legal

Una expositora pronuncia su discurso blandiendo por encima de su cabeza una bombacha; la misma prenda interior tapa las caras de varias manifestantes por la calle. Tras la representación de algunas obras de teatro, los actores leen un comunicado a favor de la despenalización del aborto y se incomodan algunos espectadores. El pañuelo verde -en un país en el que el pañuelo blanco representa la lucha por los derechos humanos- se anuda sin distinción en cuellos tersos a arrugados, aunque con cierta uniformidad social (estudiantes, profesionales y afines), y también flamea como estandarte de la renovada causa progresista que tomó impulso, paradójicamente, a partir de la decisión de un gobierno al que esos sectores no suelen tenerle ninguna simpatía.

Artistas conocidas, como Carla Peterson, Griselda Siciliani y Muriel Santa Ana, toman la delantera mediática con histrionismo, apoyándose en sus emociones.

El debate por un tema tan crucial adquiere en el foro mediático un tono festivalero, frívolo y de estudiantina, que, por momentos, deja implícito un equívoco, por más que intenten neutralizarlo con un eslogan. En un país con nula/escasa educación sexual, la formidable reivindicación del aborto legal, seguro y gratuito como derecho unilateral de la mujer induce a tomarlo como un método anticonceptivo más. "Vamos a abortar en manada", dice provocativo uno de los tantos "colectivos" -no se trata de líneas de transporte- que reivindican su despenalización.

Hay una clara excitación burguesa alrededor del tema con un repentino y particularizado interés en la indefensión de las mujeres más humildes que exponen su vida cuando acceden a una interrupción del embarazo en condiciones precarias.

No hay cifras certeras ni, mucho menos, recientes de muertes por esa causa, pero se agitan y agigantan cifras monumentales para ablandar más rápido las resistencias.

Pero sucede algo llamativo: de los 200 expositores que pasaron hasta ahora por las audiencias sobre el tema en el Congreso (llegarán a 700 cuando termine ese proceso), hasta ahora solo hubo cuatro provenientes de los sectores más pobres de la población.

Hay, por lo tanto, cierto elitismo paternalista de las clases más acomodadas hacia las más bajas, en tanto que estas suelen estar preocupadas por temas más acuciantes. Y hay que decirlo: el aborto no figura en su repertorio tradicional y mucho menos con la obsesión y la insistencia que se observa en los sectores supuestamente más ilustrados.

La dinámica de...

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