Los excéntricos y psicodélicos hermanos Andersen

Algo de esa historia nómade de los inmigrantes dinamarqueses que llegaron a las costas bonaerenses escapando de la Primera Guerra Mundial aparece en ese cruce de culturas viajeras que tienen los hermanos Andersen. Algo de ese linaje de los ancestros nórdicos se vislumbra en sus rostros angulares y en el pelo rubio color trigo, como si fuera un extraño experimento de clonación. Algo de ese viento gélido de Dinamarca que pega en las playas de Necochea está en sus canciones. Algo de esos viajes astrales de su madre y esos trances de tambores están presentes en sus letras. Algo de ese espíritu colectivo de fraternidad hippie se respira en esta casona de Belgrano, donde viven los cinco hermanos -Sebastián, Santiago, Valentín, Camila y Máximo- que decidieron armar El Plan de la Mariposa en el verano de 2009.

"Nacimos en Necochea. Mi viejo laburaba en el campo y mi vieja era maestra. Nuestro papá tocaba la guitarra cuando volvía de laburar y recordamos que mi mamá se ponía muy contenta, así que todos en casa quisimos aprender música. El espacio de festejo y alegría en casa estaba vinculado con la guitarra y todos naturalmente empezamos a hacer canciones desde muy chicos", cuenta Sebastián, el mayor de esta hermandad sónica.

En ese territorio de mar y río, en ese contacto salvaje y directo con la naturaleza -surfeando sobre las olas, perdiéndose en caminatas por muelles fantasmales, casas abandonadas y senderos entre los árboles- nacieron y crecieron los excéntricos hermanos Andersen, que cambiaron la tradición agrícola de sus antepasados dinamarqueses y se dedicaron exclusivamente a la música.

Los violines que trajeron sus abuelos y el ecléctico gusto melómano de sus padres hicieron que la música se convirtiera en el centro de la vida de los hermanos. "Teníamos los parlantes en el medio de la sala y lo que escuchaba uno lo escuchábamos todos", recuerda Valentín. "Nuestros papás pasaron de tener dos hijos a tener cinco nenes gritando, peleando y dando vueltas, pero siempre había música sonando. Se escuchaba de todo: La Bersuit, María Elena Walsh, León Gieco y mucho folklore. Y también, como los trillizos tenemos varios años de diferencia con los mayores, ponían música electrónica, brasileña, funk y clásicos del rock como Pink Floyd", cuenta Camila.

El Plan de la Mariposa es un explosivo cruce de sonidos: ritmos latinos, psicodelia rock, cumbia, folklore y reggae. Todas las cosas que escucharon en su infancia y el gusto personal de cada uno de los...

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