Del ex zoo a la libertad: un cóndor andino volvió a volar en los valles salteños

SALTA.- "Allilan wuaque panay cuna", se escuchó en quechua. "Que estén bien todas mis hermanas y mis hermanos", se tradujo antes de comenzar la ceremonia de la Pachamama en una de las quebradas de los Valles Calchaquíes, entre los poblados de Luracatao y Seclantás. El hoyo en el piso, cerrado por un anillo de piedras, desprendía humo y recibía agua, maíz, batata, banana, tabaco, alcohol y hojas de coca para pedir permiso a la Tierra para que uno de sus hijos volviera a volar sobre ella.

Detrás de los miembros de la comunidad diaguita calchaquí que acababa de saludar al sol y a los cuatro puntos cardinales, la jaula llegada desde Buenos Aires a Salta permaneció unos segundos de oración. El ritual continuó con la elevación a otro punto más alto, cerca de los 3600 metros sobre el nivel del mar. Allí, finalmente, fue liberado el ejemplar de cóndor andino que había sido rescatado un año atrás en el mismo lugar y luego recuperado en el ex zoo porteño, hoy ecoparque, al que arribó con un escopetazo en la cabeza que ponía en serio riesgo su vida. "El mensajero", como lo llaman los lugareños, regresó a su nido.

En lo alto del cielo, cuando apenas podían ya detectarse las alas de este ejemplar macho adulto, otro cóndor le dio la bienvenida y se sumó al derrotero circular tan habitual en estas aves. Entre los pobladores, no había duda: era su antigua compañera que lo había reconocido en pleno vuelo. Los cóndores son animales monógamos, que pasan toda su vida con la misma pareja.

Luracatao -como fue bautizada el ave por la cercanía con el lugar donde fue encontrado- se convirtió en el cóndor 161 puesto en libertad por la Fundación Bioandina Argentina, que, además, rescató 197 ejemplares y posibilitó la crianza de otros 57. La liberación, realizada el martes bajo el sol ardiente de la puna salteña, significó a su vez el regreso al hábitat de un animal en cautiverio en el hoy ecoparque porteño desde que el gobierno de la ciudad tomó el control del viejo zoológico. Los traslados de lechuzones, coipos, monos, chimangos y otros animales con los que se había iniciado la transformación fueron a reservas o santuarios.

"Su recuperación se trabajó en aislamiento del humano desde que llegó a Buenos Aires, después de los primeros auxilios que le dieron en Salta", explicó a LA NACION el director del Proyecto Conservación Cóndor Andino y presidente de la Fundación Bioandina Argentina, Luis Jacome. "Son recintos cerrados donde no hay contacto directo. La idea fue que...

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