La ex SIDE: temible disputa entre los dueños del miedo

El viernes pasado dio un paso muy audaz. Con (SI, ex SIDE) retomó el control del espionaje. Para ejecutar esa decisión debió . Son los dos kirchneristas que deberían haber conducido ese organismo durante la década ganada. Pero ambos se negaron a pedir a Stiusso la renuncia. Prefirieron dejar sus sillones a Oscar Parrilli y a Juan Martín Mena.

Este giro inspira el interrogante de casi todas las reformas oficiales: cuál es su objetivo verdadero. Habrá que esperar algunas semanas para saber si, al avanzar sobre la burocracia de la SI, la Presidenta pretende remover algunos vicios muy arraigados de la democracia argentina o si, en cambio, sólo aspira a protegerse para que sus propios vicios no sean sancionados. Porque, en realidad, la señora de Kirchner acaba de intervenir el que ha sido durante años el verdadero Ministerio de Justicia.

Ya en tiempos de los juzgados federales funcionaban bajo la influencia de la antigua SIDE. Pero Néstor Kirchner convirtió los servicios de inteligencia en un dispositivo principal de un sistema policíaco que se extendió a los tribunales. En este campo, como en tantos otros, el santacruceño fue innovador: el control sobre los magistrados no se dirigió tanto a proteger a los amigos como a perseguir a los adversarios. Podría atestiguarlo durante una conferencia de prensa, con la intención de complicarlo en una causa por narcotráfico que tramitaba el destituido juez Fagionatto Márquez.

Esos correos habían sido publicados por el diario Página 12. Larcher solía contar a sus amigos que su jefe acostumbraba dormitar, durante la siesta, escuchando los partes de conversaciones telefónicas intervenidas, que él mismo le leía. "La más maravillosa música?", diría el General.

Cristina Kirchner, que varias veces se ufanó de los resultados de ese método, terminó en una encerrona: el rottweiler al que tantas veces hizo oler el suéter de un rival comenzó a morderla a ella. El primero en denunciarlo fue el senador bonaerense Mario Ishii, que la visita con frecuencia. En junio pasado, tratando de desmentir una imputación por narcotráfico publicada por el diario Tiempo Argentino en la que aparece involucrado uno de sus allegados, Ishii declaró: "Los dueños de Tiempo no son Sergio Szpolski y Matías Garfunkel. Son Stiusso y Javier Fernández". Dijo que "los jueces federales no responden al Gobierno, sino a la SIDE", y que él se lo había planteado a Icazuriaga y a Larcher, pero que ellos "están pintados y dicen que no pueden hacer nada".

Ishii repetía una información habitual en Tribunales: que Stiusso ejercía allí un poder determinante a través de Fernández, un miembro de la Auditoría General de la Nación con vínculos judiciales que se remontan a los tiempos de Menem, y del estudio de Darío Richarte y Diego Pirota, ex funcionarios de la SIDE.

Los medios de Szpolski, de los que Richarte es abogado, serían una de las plataformas periodísticas del grupo, a través de...

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