Una ex plaza de toros se convertirá en un paseo público

Las obras de la Plaza de Toros de Colonia están a cargo de la empresa Conami

Mucho antes que el fútbol, las corridas de toros eran pasión de multitudes en Uruguay , un país que conserva muchas tradiciones españolas aunque ya haya olvidado -por suerte- las taurinas. Como símbolo solitario de aquella época pretérita, perdura en el departamento de Colonia el Real de San Carlos , actualmente en su última etapa de recuperación para transformarse en un paseo público . En este imponente edificio inaugurado en 1910, aún resuenan los ecos de aquellos eventos que atraían a miles de turistas argentinos, de los mejores toreros y toros de raza, de una actuación que hizo Carlos Gardel y de un amor que tuvo como protagonista al pintor Pablo Picasso .

Las corridas de toros fueron prohibidas en Uruguay en 1912 durante la segunda presidencia de José Batlle y Ordóñez . Pero ya en 1888, con el decreto-ley N° 2017, hubo un intento de "disciplinar" el espectáculo, estableciéndose que, a partir de 1890, solo podría haber corridas en las que no se sacrificaran animales . Esta suerte de "parodias" aceptaban de todos modos el mantenimiento de los banderilleros, que se encargaban de torear (aquí el origen del término que se utiliza vulgarmente) al animal. El cambio en la modalidad del espectáculo se debió a la muerte del matador valenciano Joaquín Sanz Almenar , "Punteret", quien vestido de lila y oro sufrió severas heridas al tratar de banderillear sentado en una silla al toro " Cocinero ".

Esta práctica que suavizaba las toreadas tradicionales (en las cuales el animal llevaba sus astas cubiertas) terminó en 1918 . Y los legisladores dieron un paso más al aprobar una ley que prohibía "el tiro a la paloma, las riñas de gallos, y todo otro juego o entretenimiento a campo abierto o en locales cerrados que pudiera constituir una causa de mortificación para el hombre o los animales". Pero hecha la ley, hecha la trampa , y las corridas perduraron; mientras eran cerradas algunas plazas, otras abrían desoyendo a la autoridad o con permisos especiales. El fin del fervor por este tipo de espectáculos solo llegó con la falta de toros bravos, como escribió Ernesto Daragnés Rodero , un memorioso taurino que documentó la "fiesta" española en Uruguay. Estaba respaldado por su descendencia de un empresario que organizaba corridas, por ser sobrino de toreros y toreras y, sobre todo, gracias a que su madre Isabelita fue desde los 15 años la cronista de aquel cruel entretenimiento.

Actualmente, el Real de San Carlos subsiste...

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