Evitar la espiral de violencia

El diálogo y la búsqueda de consensos -la racionalidad, en definitiva- deberían ser la regla en cualquier democracia. Lamentablemente, la Argentina viene dando en este punto muestras constantes de marchar por el rumbo equivocado.Un peligroso crecimiento de la conflictividad social acecha al país, con picos como los registrados en los últimos días entre el gremio de los camioneros y el Gobierno, que derivaron en la intervención de una fuerza de seguridad como la Gendarmería ante la decisión de ese sindicato de paralizar el transporte de combustible en reclamo de un aumento salarial, de la universalización de las asignaciones familiares y de la elevación del mínimo no imponible de ganancias.Otro caso de suma gravedad se acaba de registrar en Chubut, donde una toma gremial paralizó Cerro Dragón, el mayor yacimiento petrolero del país. Protagonizaron el hecho trabajadores de la construcción opuestos a la conducción que su sindicato, la Uocra, tiene en Comodoro Rivadavia. El reclamo por ajustes salariales terminó con la destrucción de tendidos de fibra óptica y comunicaciones y quema de vehículos. Como consecuencia de ello, el bombeo de crudo se mantuvo cortado, por lo que podría faltar gas en la Cordillera. Así, el reclamo de unos termina afectando el derecho de todos a usar un servicio esencial.Los camioneros habían bloqueado previamente el transporte de caudales, por lo que hubo problemas para retirar dinero de los cajeros y, antes de acordar un aumento salarial con los empresarios del sector, habían amenazado con no recoger la basura. No obstante el resultado de esa negociación, Hugo Moyano anunció un paro general con movilización para el miércoles próximo.En el medio, hubo una escalada verbal entre gremialistas y funcionarios que lejos ha estado de intentar pacificar los ánimos.En esta oportunidad, como en muchas otras anteriores, los reclamos gremiales son funcionales a pugnas políticas tendientes a acrecentar el poder y, en algunos casos, como el de Moyano, a retenerlo con vistas al congreso de la CGT que renovará autoridades el 12 de julio. El Gobierno, en tanto, está padeciendo la presión de un ex aliado poderoso al que durante años ayudó a crecer enormemente, pero que ahora se ha puesto en la vereda de enfrente.En esa pelea descarnada por no ceder espacios, se tiran a la basura preceptos básicos de negociación, los mecanismos de diálogo se activan poco y mal, y no se acatan conciliaciones obligatorias, entre otras disposiciones previstas en la norma...

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