Eutanasia no voluntaria

AutorFarías, Gisela

Eutanasia no voluntaria

A propósito del caso "Terri Schiavo"

Por Gisela Farías

1. Introducción

Analizar el caso "Terri Schiavo" exige desenhebrar y clarificar conceptualmente algunas de las complejas variables que intervienen en la discusión. A primera vista se puede decir que siempre es deseable evitar actos de "encarnizamiento" o "futilidad" así como, proteger la dignidad al no prolongar "innecesariamente" la vida. Según esto, pareciera que acordar con el retiro de hidratación y alimentación es "lo políticamente correcto".

Pero, la cuestión no es tan simple. Al profundizar un poco inmediatamente se advierte que determinados actos del quehacer médico, en este caso, no pueden definirse "buenos" o "malos" en sí, ni buenos o malos juzgando sólo los beneficios o daños que los mismos pueden ocasionar.

El encarnizamiento y la futilidad tienen contornos difusos. Antes que nada, estas categorías exigen que se examine el procedimiento por el cual se arriba a ciertas decisiones y más aún cuando la protección del ejercicio de la autonomía es una prioridad. En tal sentido, una intervención puede ser considerada absolutamente razonable pero, si no ha sido consensuada o deliberada en el seno de los afectados pierde legitimidad. Inversamente, una decisión puede parecer no muy "razonable", pero el proceso por el cual se arribó a ella lo cual incluye el análisis de las motivaciones, convicciones de los interesados, planes de vida, coherencia de una biografía, situación clínica, etc. la legitima.

2. Conceptos y requisitos

El propósito de este artículo es abordar algunas cuestiones éticas, subjetivas y los razonamientos que pueden justificar o no una decisión tan crucial como la que se tomó con Terri Schiavo. Primero es necesario establecer algunas precisiones conceptuales.

Es harto conocido que el término "eutanasia" se suele traducir como "buena muerte". Pero decir buena muerte no especifica si se refiere a una cuestión existencial o a un derecho o a una práctica con determinadas características o circunstancias. Para algunos la buena muerte puede ser un rápido ataque cardíaco, para otros la que llega apacible con la vejez, para otros la muerte en batalla. En fin, dentro de las múltiples significaciones que pueden atribuirse a la buena muerte, una de ellas, alude al acto de acortar la vida de alguien que padece un sufrimiento insoportable e irreversible y lo solicita expresamente por ese motivo. Practicar eutanasia, entonces,

* Bibliografía recomendada.

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es poner fin a la vida de una persona que padece un sufrimiento con el objetivo de propiciarle alivio, una "buena muerte".

¿Qué diferenciaría a este acto del homicidio simple? Básicamente, nada. En ambos casos se quita la vida de otro ser. Pero existe una diferencia en términos simbólicos: en el acto eutanásico el ejecutor no mata en nombre propio. Está investido de una función y es un subrogado del propio interesado. Se transforma en un tercero, un representante de la voluntad del que recibirá la muerte quien, por razones de su padecer no puede quitarse la vida por sí mismo. A ese acto se lo llama "eutanasia voluntaria".

En primer término, la legitimidad de la práctica de la eutanasia voluntaria que, obviamente, exige la solicitud voluntaria, competente e informada del interesado se funda en el reconocimiento de la libertad que posee el ser humano para decidir sus planes de vida, incluido en ello la posibilidad de decidir su propia muerte. Esto significa aceptar la capacidad de las personas de ser plenamente autónomas. Esta concepción no es compartida por el dogma de las religiones dominantes en occidente ni por los países en donde la eutanasia es ilegal (que son la mayoría). En ese espectro, y respecto de decisiones cruciales del...

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