Tras la euforia, aparecen las primeras críticas al mensaje del Papa

RÍO DE JANEIRO.- La persistente llovizna que acompañó la apertura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no colaboró para aportar claridad. Para muchos brasileños encantados con Francisco, el Pontífice hizo bien en no referirse directamente a http://buscar.lanacion.com.ar/tags/Protestas%20en%20Brasilel mes pasado y en limitarse a resaltar su mensaje de apoyo a los jóvenes.Para otros, en cambio, eso fue una demostración de que "el papa de la gente" http://www.lanacion.com.ar/1602180-madrugada-con-violentas-protestas-en-rio-a-cinco-dias-de-la-llegada-del-papa-francisco"Las cosas no están bien en Brasil, como pretende hacer creer el gobierno. Pero el Papa se tragó el discurso de la presidenta Dilma Rousseff y sólo hizo hincapié en que los jóvenes vayan a evangelizar. Sus palabras hablaron más sobre la crisis de la Iglesia que sobre la crisis de Brasil. El mes pasado vivimos en todo el país una movilización histórica en la que la gente salió a las calles a reclamar mejor educación, salud y transporte, y menos corrupción. Esta visita del Papa podía haber sido también histórica, pero desaprovechó la oportunidad", señaló a LA NACION la diseñadora Daniela Almeida, de 28 años, que aclaró que no esperaba algo muy distinto del líder de una iglesia que ha sido "cómplice de los mayores crímenes de la humanidad".Un par de horas después de su arribo a Río, el Pontífice dio anteayer su primer discurso en suelo brasileño en el Palacio Guanabara, delante de Rousseff y otras autoridades locales. Allí habló sobre la necesidad de "incluir a los jóvenes en el tejido social", en lo que muchos entendieron como prestar atención a las masas de jóvenes que lideraron las manifestaciones del mes pasado, pero no hizo alusión específica a esas protestas y sus reclamos puntuales."La Iglesia brasileña, que expresa la visión del Papa, ya había hablado del asunto. Había defendido el derecho de los jóvenes a manifestarse, a luchar por una sociedad mejor, pero también había resaltado la necesidad de que las reivindicaciones fuesen pacíficas. El Papa no vino a Brasil a tratar los temas políticos brasileños, vino a encabezar la JMJ", lo defendió el peregrino brasileño Francisco Franco da Cunha, de 27 años, llegado desde Iguape, en el estado de San Pablo.Los principales medios de comunicación del país también destacaron el mensaje "suave" del Santo Padre, que frustró las expectativas de muchos brasileños no católicos o, al menos, no practicantes de una exhortación más política."En el Palacio...

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