Te etiquetaron: estereotipos difíciles de vencer

Hay ciertos roles que vienen impuestos y de los cuales es muy difícil después zafar. Un clásico es la persona dentro de la familia o de los amigos a la que le gusta hacer el asado. Un día se le ocurrió ponerse la camiseta, arremangarse y mandarse la parte como asador. Listo. Quedó etiquetado y tiene todos los números para encargarse de la parrilla cuando hay una reunión, tenga ganas o no. El resto se aprovecha, obviamente.

La realidad está distorsionada y la persona es prisionera de aquello que los demás piensan y esperan de ella. A veces esta trampa es autoimpuesta y se quiere mostrar la mejor cara, aunque después haya que sostenerla. Sucede, por ejemplo, cuando se muestra una despampanante foto de perfil, que después pierde credibilidad cuando los amigos nos etiquetan y sale a la luz otra realidad.

Los estereotipos son complejos y muy difíciles de romper. A veces son inocentes, otras muy peligrosos, como aquellos asociados con la religión o la identidad sexual o de género. Muchas acciones, a veces novedosas, se llevan adelante para intentar quebrar estas falsas certezas. En este sentido, la oficina de protección de derechos de la infancia de la municipalidad de Iquique, en Chile, ofreció un taller de "desprincesamiento", orientado a chicas de entre 9 y 15 años, con el objetivo de fortalecer el valor de crecer libres de los prejuicios y estereotipos asociados al género. En sentido contrario, pero también contra los prejuicios y estereotipos (en este caso, sobre lo masculino y lo femenino), la cantante Adele vistió a su pequeño hijo de tres años como la princesa Anna de Frozen, simplemente porque es su preferida, durante una visita a Disney.

Ya algunas grandes firmas de la moda internacional buscan apartarse del ideal de belleza femenino muy joven y esbelto, y tal como consignó LA NACION, buscaron a la cantante Joni Mitchell, en el caso de Saint Laurent; Helen Mirren, para L'Oréal, y Jessica Lange, para Marc Jacobs.

En el ámbito laboral, los estereotipos están a la orden del día. El workaholic, es decir, el que no puede parar de trabajar, y, por eso, se lo recarga aún más; el sumiso, que nunca protesta aunque a veces se cometan injusticias; el vago; el malhumorado; el tacaño; el intransigente; el que gana mucho y no hace nada. Etiquetas impuestas por otros (aunque a veces por uno mismo), quizás en tono de...

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