La eternización de un mal dirigente

Julio Grondona va en camino de asegurarse un nuevo período como presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, (AFA), cargo que ocupa ininterrumpidamente desde 1979. Cuando el hecho se concrete formalmente estará siendo reelegido por novena vez y protagonizando una situación para el asombro aun en un país en el cual abundan los casos de políticos y sindicalistas soldados a sus cargos durante décadas.Aunque lo suyo es el manejo del fútbol argentino y en gran medida del resto del mundo por ser número dos de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), Grondona ha aceitado para perpetuarse en el cargo el mismo círculo vicioso que fomentan muchos políticos cuando pasan a ocupar un cargo público: el asistencialismo teñido de corrupción y un sistema de premios y castigos. Los primeros, para los fieles y sumisos; los otros, para quienes se atrevan a cuestionarlo públicamente.No pocos clubes, para seguir funcionando y para no sufrir inhibiciones de todo tipo, recurren permanentemente a los favores del presidente de la AFA, porque viven endeudados por las aventuras, cuando no los delitos, en que se embarcan muchos dirigentes. Pero Grondona es quien fomenta esas prácticas con préstamos que van condicionando cada vez más a los representantes de los clubes.En definitiva, no es más que el ABC de la política prebendaria que se observa en centenares de municipios, en la mayoría de las provincias y aun de parte del gobierno nacional: a mayor cantidad de necesitados, mayor caudal de poder para quien tiene qué repartir. Y por si una institución está saneada financieramente y no recurre a él, Grondona tiene otras vías...

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