La estrepitosa caída de la imagen presidencial

A medida que fue creciendo la percepción de que consolida su poder, el presidente siguió experimentando una caída en su imagen a lo largo del último mes y sus valoraciones positivas registraron un descenso cercano a los 28 puntos desde la última semana de marzo hasta mediados de septiembre.Así lo demuestra la secuencia de mediciones realizadas por la consultora Synopsis. Según estos datos, el presidente de la Nación, al poco tiempo de haber anunciado la cuarentena para hacer frente al coronavirus, había alcanzado una imagen positiva, con apertura de punto medio, del 69,2% y hoy esta solo se ubica en el 41,4%. Su imagen negativa, en igual período, pasó del 28,8% al 56,1%.La explicación de este fenómeno conjuga el empeoramiento de la situación socioeconómica y la crisis de expectativas con una mayor preocupación por la inseguridad. Pero también pasa por el avance de la vicepresidenta de la Nación en la gestión gubernamental y su creciente influencia en la configuración de la agenda política, junto a la percepción de un Presidente que se ha debilitado, tanto por el papel preponderante de Cristina Kirchner como por las contradicciones que viene exhibiendo su discurso público.A esa imagen de primer mandatario debilitado han contribuido otras figuras políticas, como el expresidente Eduardo Duhalde y el flamante embajador en España, Ricardo Alfonsín. El primero, con sus declaraciones en las que calificó a Fernández como y el segundo, cuando expresó horas atrás que el actual jefe del Estado aunque no imaginó que ese proceso iba a suceder tan pronto. Ni Duhalde ni Alfonsín le hacen un favor al Presidente, en función de que una de las peores cosas que le puede ocurrir a un jefe de Estado argentino, en términos de opinión pública, es que se lo perciba como débil.El reciente conflicto policial en la provincia de Buenos Aires y los recurrentes banderazos contra la impunidad también han golpeado la imagen de Alberto Fernández. Como señala el analista Rosendo Fraga, la experiencia argentina, desde 1983 hasta nuestros días, muestra que perder el control de la calle implica para un gobierno la pérdida del poder en forma total o parcial. "El episodio bonaerense fue el emergente de una situación preexistente en la que ha sido importante la debilidad del Presidente dentro del oficialismo", puntualizó.Ese estado de aparente debilidad presidencial creció paralelamente con la percepción general de que Cristina Kirchner ha reasumido el poder, dando lugar a un...

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