Esquiú y una valiente defensa de la sana laicidad

La figura de Fray Mamerto Esquiú, religioso y protagonista en la aprobación de la Constitución Nacional, puede resultar llamativa para muchos. Esquiú vio la importancia de sancionar la carta magna de nuestro país como salvaguarda contra el despotismo y para ordenar la convivencia bajo el imperio de la ley, y se mostró a favor de la libertad de culto, en contra de los católicos, que no querían promulgarla en el texto de la Constitución.

No debería sorprendernos esta apuesta católica a la libertad personal. Pertenece a la tradición cristiana la expresión de Tertuliano: "No es de la religión el obligar a la religión", que concibe la adhesión religiosa como un acto libre de la persona, incompatible con toda coerción. La vida religiosa y su expresión deben ser respetadas como parte de la dignidad humana.

Al igual que Esquiú, fueron muchos los católicos que dialogaron con la modernidad, y que con frecuencia sufrieron la incomprensión de otros creyentes e incluso la desaprobación de pontífices. El intento de una recepción crítica de la modernidad, para rescatar en ella elementos novedosos y valiosos, en lugar de rechazarla en bloque como subjetivista y ateizante, tiene varios representantes.

Augusto Del Noce (1910-1989), filósofo político italiano, dedicó gran parte de su obra intelectual a señalar dos filones de la modernidad: uno inmanentista, llegando a Hegel, y otro abierto a la trascendencia. Este último, mucho menos conocido, con autores como Vico, Malebranche y Rosmini. Antonio Rosmini, un coloso de la filosofía y a la vez fuertemente activo en asuntos del mundo, la fundación de una nueva congregación religiosa y la participación también en proyectos de Constitución italiana. Rosmini fue un estudioso de la Revolución Francesa, buscando discernir en los revolucionarios, a menudo violentos y totalitarios, ciertas intenciones legítimas que podían ser corregidas. Es clara la intención de limitar el poder y asimismo la búsqueda de la subsidiariedad. En este filón de una modernidad no iluminista se constata una valoración de la interioridad, de la libertad, de la subjetividad personal.

Del Noce rescató la lección de Jacques Maritain de criticar la alianza reaccionaria entre el catolicismo y los movimientos fascistas. En esta alianza encajaban ciertos sectores tomistas cerrados y también otros creyentes que apoyaban el fascismo pensando que se abría así una restauración católica por destruir el socialismo y el liberalismo.

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