El espejo mágico de los actores

Son cinco volúmenes, ninguno de los cuales baja de las 300 páginas. En ellos, el escritor inglés Osbert Sitwell (1892-1969), uno de los tres famosos hermanos Sitwell que intrigaron -y alarmaron- a sus contemporáneos, entre los años 20 y 40 del siglo pasado, desplegó sus caudalosas memorias, con todos los antecedentes y los detalles de su familia, una de las más antiguas e ilustres de la nobleza británica. Su hermana mayor, Edith, fue la poeta de singular apariencia (muy alta, delgada y narigona), que se vestía como una sacerdotisa druida, con túnicas, sombreros estrafalarios y enormes alhajas, de esas que los ingleses llaman "célticas". Su hermano menor, Sacheverel, fue un distinguido historiador del arte, especializado en el barroco y el rococó. Los tres se ocuparon con fervor de escandalizar a Londres, con su talento y sus excentricidades, en los locos años siguientes a la Primera Guerra Mundial. Y no es que fueran ricos, más bien lo contrario, pero tenían la prosapia y el ingenio como para estar siempre en boca de todo el mundo, aunque fuese para criticarlos. Con la complicidad del músico William Walton pergeñaron un espectáculo titulado Façade (1922), una suerte de revista inspirada en parte en el movimiento Dadá, que incursionó en el absurdo mucho antes de Ionesco y compañía.***En el primer tomo de sus memorias, Left Hand, Right Hand (MacMillan y Co., 1949), Osbert cuenta sus incursiones de adolescente en el mundo del teatro y recuerda que uno de sus abuelos, lord Londesborough, llegó a invertir, en 1872, la colosal suma de cien mil libras para producir una fantasía escénica más o menos oriental, Babil y Bijou , que...

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