El espectro de Cristina y el relato de Macri

Los relatos suelen sucumbir ante los límites que impone la cruda realidad, que obliga a los protagonistas centrales del próximo acto electoral a hablar de lo que no quisieran. A Cristina Kirchner y sus acólitos no les gustaría referirse a otra cosa que no sea la presente situación socioeconómica, pero sus desavenencias en la Justicia y el pedido de desafuero a Julio De Vido se colaron en plena campaña proselitista. Y a los referentes del macrismo les encantaría ocuparse casi exclusivamente de su lucha contra las mafias y la corrupción pasada, aunque últimamente debieron resignarse a que la escalada del dólar y sus potenciales efectos en la inflación desviaran la atención de la opinión pública.

El problema del kirchnerismo está a la vista. El supuesto desvío de millonarios fondos en Río Turbio, que puso a De Vido al borde de una detención de la que fue salvado por el juez federal Luis Rodríguez, es apenas una síntesis de la irresponsabilidad en la gestión y la corrupción de la era K. No será el único caso que provocará complicaciones a la ex presidenta en su marcha hacia el Senado. Amado Boudou se verá forzado a gastar los pasillos de los tribunales y toda novedad que se produzca en las seis causas judiciales en las cuales Cristina Kirchner está imputada incomodarán a su frente Unidad Ciudadana.

Otro golpe no menor sufrió la ex mandataria con el fallo judicial que dejó al senador kirchnerista Ruperto Godoy cerca de abandonar el Consejo de la Magistratura por no ser abogado. La inminente recomposición de este cuerpo podría reactivar el juicio político contra el cuestionado camarista federal Eduardo Freiler, afín al kirchnerismo e integrante de la Cámara que tratará la causa Hotesur.

La introducción del debate sobre los fueros parlamentarios a partir de la situación de De Vido y de la movida de Sergio Massa y Margarita Stolbizer -competidores directos de Cristina por la banca de senador- no sólo ayudó a instalar el tema más molesto para el kirchnerismo en la campaña. En la óptica del massismo, permitiría persuadir al electorado de que cada voto que acerque a la ex jefa del Estado al Senado será una presión sobre los jueces para consagrar su impunidad. Esta lógica narrativa induce a pensar que sólo se podrá evitar esto relegando a Cristina al tercer puesto en los comicios.

Hay en Cambiemos un inconfesable deseo de que el eje de la corrupción tenga más peso en el debate público que las penurias económicas que afrontan muchos argentinos. La...

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