El esfuerzo de los murgueros porteños mantiene viva una alegre tradición

Colorida, alegre, festiva. Así lucirá la ciudad de Buenos Aires hoy, desde las 19 horas, cuando comience una nueva jornada del carnaval porteño. Es que, como viene sucediendo cada fin de semana desde el 31 de enero último, muchas de sus transitadas calles se convertirán, al menos por unas horas, en el escenario por el que transcurrirá una de las fiestas populares más importantes de cada año.

Surgidas hacia la década de 1920 como una expresión libre y paródica frente a la rigidez de los desfiles militares y de bandas musicales, las murgas porteñas expondrán -durante cada fin de semana hasta que termine el mes y en los días feriados de carnaval- todo el color, el baile y la música característica de su amplio y variado repertorio.

Luciana Vainer, autora del libro Mírala que linda viene la murga porteña y miembro de Los Quitapenas de Barracas desde su creación en 1990, explica que "las murgas de cada zona del Río de la Plata son diferentes", y que por eso es preciso diferenciar a las porteñas de las de Gualeguaychú o las uruguayas.

Al ahondar en los orígenes de las porteñas, Vainer toma como punto de partida las décadas de 1920 y 1930, que es cuando surgen las murgas tal como se las conoce hoy: "Nacen como expresión que tiene mucho de ritual, de doble sentido, de parodia y humor".

Fue por aquellos años que las murgas fueron adoptando los principales elementos de la actualidad, como el nombre con dos componentes (el primero, plural de un sustantivo asociado con el carnaval, y el segundo, el barrio de pertenencia), los colores, instrumentos, las canciones y los bailes.

Pero, ¿cuánto cuesta mantener vivo este ritual?

Si bien emparentadas con una expresión popular y picaresca, las más de 120 murgas que cada año desfilan por los diversos corsos de la ciudad deben hacer frente a importantes costos e invertir mucho tiempo para poder brindar un espectáculo de calidad.

El costo del color y el brillo

Una de las características más llamativas es la vestimenta. El traje de cada integrante de la murga, compuesto por la levita y el pantalón, suele costar entre 1000 y 3000 pesos. Para confeccionarlos, cada murga compra telas al por mayor y la divide entre sus integrantes, que son quienes deberán conseguir a alguien que diseñe y también pagar por el trabajo realizado. Una modista suele cobrarles entre 350 y 500 pesos por cada uniforme, mientras que la decoración y los apliques -lo más costoso- dependerán del gusto y las posibilidades de cada murguero.

Claro...

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