Escuela tomada, la patriada equivocada

Toma en el colegio Carlos Pellegrini

Las distintas tomas de escuelas que se están llevando adelante en la ciudad de Buenos Aires aparentan ser un conflicto que nos lleva a hablar de educación, sin embargo, en ellas no se abordan los verdaderos y graves problemas que hoy padecemos . Las razones esgrimidas en la protesta van desde pedir una mejora de viandas en escuelas de jornada simple y restringir las prácticas laborales hasta pedir más presupuesto para la educación y no pagar la deuda con el FMI. Muchas de las consignas son clásicas en cualquier estudiantina, cuando se sueña que la liberación de la patria se construye con 30 alumnos tomando un edificio escolar donde, en muchos casos, no solo se dictan clases en el nivel medio sino también en el inicial, primario y hasta terciario, por lo tanto la protesta de cada Centro de Estudiantes conlleva perjuicios a muchísimas familias que necesitan de la escuela no solo por la educación de sus hijos sino también para poder trabajar y llevar una vida razonablemente normal, porque la escuela establece los horarios de cada organización familiar. Llama la atención el silencio cómplice de los gremios docentes. En las tomas no dejan entrar a adultos a las escuelas, entre ellos docentes, que así no pueden ejercer su derecho a trabajar libremente. La semana pasada los gremios de CABA realizaron un paro oponiéndose al calendario escolar 2023, que les indica tener las tres jornadas de capacitación los días sábados, cobrando un extra, pero pareciera que no les importa que sus alumnos les impidan trabajar cuando les corresponde.

Engañarse con las proclamas es pretender circunscribir el conflicto a una ola estudiantil de protesta que puede cambiar algo del grave problema educativo que atravesamos. Nada de eso pasa aquí, como sí sucedió en Chile hace 15 años, donde las protestas lograron que seis universidades chilenas quitaran aranceles para sectores no pudientes a través del acceso a becas meritorias. Esa lucha significó un cambio en la política educativa chilena, que durante más de un siglo se había mantenido con un perfil absolutamente elitista. Aquellas recordadas "Marchas de los Pingüinos" dejaron líderes políticos nuevos en el país trasandino, que resulten buenos o malos es cuestión de la voluntad y el derecho a elegir que tienen los pueblos en democracia, pero nadie puede negar que comenzó un recambio generacional. Por ejemplo, el actual presidente de Chile, Gabriel Boric, fue uno de esos líderes...

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