¡Escrachados del mundo, unámonos!

Esto de los escraches me está poniendo de pésimo humor. Tipos honestos y trabajadores como el Chino Zannini teniendo que pasar las de Caín, primero en la cancha de Boca y después arriba de un avión. Pensar que el pobre quemó todos sus ahorros y sacó pasaje en clase ejecutiva para no molestar a nadie, y los malditos lo persiguieron hasta ahí. No es justo. Y sospecho que la cosa recién empieza. No me extrañaría que viniera una ola de escraches, y que ya ninguno de los nuestros pueda salir a la calle sin el temor a ser señalado por el gorilaje. Sueño que un día Cristina se despierta con una multitud de militantes frente a la puerta de su casa, y entonces, emocionada ante la demostración de cariño, se pinta, se peina, se pone pilcha nueva, reloj de oro y collar de perlas, y sale al balcón y baila, y sonríe, y habla, y promete que va a volver. ¡Pero no, qué horror, son escrachadores! ¡Fueron por ella!

Horrible escena. Horrible también lo de Zannini: triste final para su saga de infortunios. Es maoísta y su hija Paula se quedó trabajando para Macri como diplomática en Washington. Doble traición: que esté al servicio de este gobierno buitre y que viva en la capital del imperio. Y aunque le resulta intolerable, hace de tripas corazón y va a visitarla. Elige un vuelo de American Airlines y no de Aerolíneas Argentinas porque dice que se confundió AA con AA. Espera en la sala VIP y después va discretamente al avión, se sienta, y ¡zaz!, igual que en la Bombonera, alguien lo descubre, empieza el tumulto, crecen los insultos y agresiones. Estoicamente, el Chino calla. Le gustaría gritarles "¡oligarcas, viva la revolución socialista!", pero se da cuenta de que ahí sentado, yendo donde está yendo y con dólares en los bosillos, es como que no da. Todo muy cruel. Parece mentira que la gente no valore a alguien que, en la cumbre de su sacrificio por la patria, estuvo dispuesto a lograr una síntesis entre Mao y Scioli.

Por cierto, lo de Zannini no fue lo más grave. El peor escrache de la semana lo sufrió Lázaro Báez. Le escracharon edificios, casas, departamentos, quintas, estancias, autos. Él y sus hijos tienen más de 150 inmuebles; se calcula que podrían ser 300. En Santa Cruz funcionan dos registros de la propiedad: uno para los Báez y otro para el resto de la población. Una impudicia. No que los Báez tengan tanto, sino que nos los dejen vivir tranquilos. Que hayan ido a meter las narices y las cámaras de TV, con lo cuidadosos que son ellos de su intimidad...

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