Escenario económico: la pandemia es el Gobierno

Alberto Fernández se ufana, desde que acordó con los acreedores externos, de estar sacando al país del laberinto. Sin embargo, con que se anunciaron anteanoche, está demostrando que sigue internándose en un atolladero. Un sistema de barreras cada vez más asfixiante que agrava las tensiones que, en teoría, pretende superar. La del Gobierno es un límite para la recuperación de la economía. Este inconveniente tiene una proyección electoral.Fernández toma decisiones contradictorias con el mandato que recibió de sus votantes: recuperar el nivel de actividad. Esta inconsistencia entre los medios y los fines siembra el pesimismo. Porque instala una duda acerca de si el Presidente entiende la naturaleza del problema que debe resolver. Debajo de esta dificultad hay una incógnita sobre la orientación general del oficialismo. La incertidumbre que se expresa en es una derivación indirecta de un sistema de poder en el cual el número uno debe acatar las órdenes de la número dos. Es un círculo vicioso, porque el agravamiento del malestar económico tiende a acelerar el conflicto político en el seno del propio kirchnerismo.El Banco Central tomó cuatro medidas con las que aspira a detener la caída de reservas. La más catastrófica es la primera. Sometió al default a las empresas privadas al ordenarles refinanciar el 60% de sus deudas de capital. Solo podrán obtener divisas al precio oficial por el 40% de esos compromisos. ¿El Central tiene facultades para tomar esa decisión? ¿Los acreedores ejecutarán las garantías de los préstamos? ¿Demandarán a los deudores? Incógnitas que intentan despejar los grandes estudios de abogados. Ninguna es importante comparada con la principal derivación de lo que se resolvió: se instala un interrogante de largo plazo sobre la posibilidad de que el Estado obligue a las compañías a incumplir sus contratos financieros.Más allá de esas eventualidades, la decisión es histórica por su rareza. La negociación de la deuda pública mereció muchos reproches. Por ejemplo, fue más larga y menos ventajosa que la de Ecuador. Pero esas deficiencias eran accidentales frente a su principal mérito: al sacar al Estado del default, evitó que se cerrara el crédito internacional para el sector privado. Es muy difícil de entender un equipo económico que después de acordar con los acreedores públicos condena a las compañías a una reestructuración en masa. No hay antecedentes: los problemas crediticios que se podían esperar por la emergencia sanitaria...

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