El escándalo alimenta las intrigas y puede frenar el envión reformista

ROMA.- Ayer no sólo descorcharon champagne en Australia, donde el cardenal Pell es una figura detestada. También lo hicieron varios italianos de la curia romana. La salida de escena de Pell, que representa un golpe durísimo para el pontificado reformista de Francisco, de hecho, también fue una victoria para un grupo de italianos de la administración central de la Iglesia Católica. Éstos jamás pudieron digerir el ascenso de Pell, denominado el "ranger" por su altura y cuerpo robusto, a cargos clave en el Vaticano.

Francisco primero lo eligió en 2013 como miembro del Consejo de Cardenales -que lo ayuda en la reforma de la curia y en los asuntos de la Iglesia- en representación de Oceanía. Poco después, por esa necesidad de limpieza que la mayoría de los cardenales había visto como una prioridad urgente en las reuniones precónclave, después de los escándalos por manejos oscuros del Instituto para las Obras de Religión (IOR), el banco del Vaticano, el Papa en 2014 lo designó al frente de la nueva Secretaría para la Economía, una suerte de superministerio de finanzas.

Desde esta posición de poder, por sus modos anglosajones demasiado directos y bruscos y por su deseo de cambiar drásticamente ese funcionamiento ancestral, muy italiano, de las cosas económicas -marcado por el nepotismo y la corrupción-, Pell comenzó a cosechar enemigos. "Si en la curia uno tiene en contra a los italianos, su muerte es segura", comentó ayer a la nacion un obispo extranjero, que pidió anonimato.

Es un secreto a voces la rivalidad de Pell con el cardenal Domenico Calcagno, presidente de la también poderosa Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA). Al principio, este ente, que controla los valiosísimos inmuebles del Vaticano así como los sueldos, había quedado bajo el control de Pell. En un segundo momento, por decisión del Papa y de los italianos que comenzaron a acusar a Pell de un manejo ineficiente y costoso porque había contratado a auditores internacionales externos, volvió a recuperar autonomía.

En el Vaticano todo el mundo sabía que era cuestión de días la llegada de una notificación de la imputación de Pell por crímenes sexuales desde Australia. Y ahora, si bien el cardenal no renunció a su influyente...

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