Ya nada es creíble

Hay algo mucho más desconcertante que sembrar una duda: sembrar dos. Es lo que ha hecho desde que se conoció la , quien la había denunciado por montar un plan, junto con otros funcionarios y allegados al Gobierno, con el fin de desincriminar a Irán en la investigación por el atentado contra la AMIA.

El hallazgo del cuerpo de Nisman, con un tiro en la sien, fue confirmado el lunes pasado por la fiscal que entiende en el caso. Ese mismo día, la Presidenta escribió una larga carta en su cuenta oficial de Facebook, en la que habló de "suicidio". Se preguntaba entonces: "¿Qué es lo que llevó a una persona a tomar la terrible decisión de quitarse la vida?". Hace apenas cuatro días, Cristina Kirchner ponía a Nisman a la cabeza de un complot mafioso contra su Gobierno, mediante la presentación de una denuncia aparentemente inconsistente y aprovechando la consternación mundial por los cruentos atentados en París. Ayer, en otra extensa misiva publicada por el mismo medio, dijo no tener dudas de que la denuncia de Nisman nunca fue en sí misma la verdadera operación en su contra, sino que la verdadera operación fue la muerte del fiscal.

En la concepción presidencial, Nisman pasó de victimario a víctima, de jefe de una patraña a "un pobre muchacho", como interpretó anteayer el ex juez de la Corte Eugenio Zaffaroni. Sin embargo, hasta conocerse sus dichos y la nueva carta presidencial, todo el Gobierno apuntalaba la teoría del suicidio. Hasta la fiscal Fein se lamentó públicamente de que no lo fuera cuando comunicó que no había restos de pólvora en la mano con la que supuestamente Nisman apretó el gatillo. La hipótesis del suicidio había sido avalada también por el juez de la causa AMIA, Rodolfo Canicoba Corral, quien habló de "la investigación por el suicidio del fiscal".

El justicialismo, tan afecto a encolumnarse tras el sí como tras el no de su jefa, aunque eso implique un cambio diametral de opinión, denunció ayer un complot de sectores de Inteligencia, grupos económicos, jueces y medios de prensa para desestabilizar al Gobierno, y se sumó al ridículo de la "hipótesis Capitanich", sobre muertes que se agrandan para tapar el boom turístico en el país, la estabilidad de precios y la calma social. Del dolor de los deudos de Nisman y de los de los 85 muertos de la AMIA, ni una palabra.

En el medio, se sucedieron muchas marchas y contramarchas, contradicciones flagrantes de funcionarios que como el secretario de Seguridad, Sergio Berni, no termina de...

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