Errores de cálculo y planes calculados

Ocurren dos desgracias argentinas en medio de la gran tragedia global del Covid-19. Además de la pandemia, el país padece al mismo tiempo los errores por impericia del gabinete de Alberto Fernández y los planes calculados del kirchnerismo para retomar y profundizar la deriva hacia el mundo de las autocracias.

No es un fenómeno nuevo, pero la intensidad de la crisis del coronavirus lo expone con mayor crudeza y multiplica los efectos de esa convergencia.

Cuando Cristina Kirchner eligió a Alberto Fernández como compañero de fórmula previó que el presidente que buscaba se subordinaría sin traicionarla. No se equivocó en ese punto, hasta ahora. Otras alternativas como Sergio Massa , Felipe Solá o José Manuel de la Sota no daban semejante garantía.

El gambito de la dama no pudo ser completo y ahora está a la vista. La líder mayoritaria de la reunificación peronista no previó que Fernández llegaría acompañado por un equipo de escasa eficiencia.

Cristina tampoco quiso ver el efecto paralizante que provoca en muchas áreas que los ministros que en un principio nombró Alberto operen bajo el control de segundos y terceros designados por ella. De última, la vicepresidenta los va cambiando por tropa propia sin que se registren hasta el momento mejores síntomas.

Rige por lo tanto el viejo mandato de los sistemas burocráticos: "Nunca cumplas la orden sin esperar la contraorden", que en este caso invariablemente llega por canales informales conectados al Instituto Patria.

La combustión de la escasa eficacia con los ideologismos del kirchnerismo estalla en desatinos con un enorme costo humanitario, social y económico.

La pandemia es un tobogán por el que se despeña la imagen presidencial, pero también un muestrario cronológico lleno de ejemplos de esa mezcla envenenada. Importa poco el termómetro sobre la situación política cuando las consecuencias de los malos cálculos y de los desquicios geopolíticos pueden contabilizarse en más muertes, en más contagios y en la desaparición de decenas de miles de empresas y puestos de trabajo.

A la relativización original de la llegada del coronavirus le siguió sin transición una cuarentena prolongada que diezmó la actividad económica privada y agigantó la brecha entre quienes subsisten por sus propios medios y los que viven de un empleo público.

Capeado el primer temporal por el refuerzo del sistema de salud -quizá el único punto positivo del manejo de la pandemia-, llegó un error de cálculo fatal, añadido al desvío del...

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