El error de subestimar al indomable dólar

La renuncia de fue indeclinable. Casi tanto como el dólar, que no encontraba su techo, y una estrategia que nunca logró contener a la moneda estadounidense. "El principal error fue haber subestimado el dólar. En la mesa de dinero no se puede hablar con el corazón, sino que hay que anticipar la jugada y guardar las teorías que no se validan en la práctica".

La frase, pronunciada por lo bajo, proviene de uno de los funcionarios del gabinete, que supo antes que nadie que la decisión del presidente también estaba tomada: quería a Luis "Toto" Caputo al frente del Central. Ya desde el freno de la última corrida cambiaria estaba convencido de que él debía ser el hombre. También lo pensaban en la Jefatura de Gabinete.

Un dólar a $28 rompió con todos los pronósticos de los economistas locales. Ninguna de las 37 consultoras que anticipan los movimientos de la moneda estadounidense vaticinaba este valor para junio. Solo tres lo hacían para diciembre. La idea de flotación libre -es decir que pueda subir o bajar la cotización según los designios del mercado- encontró así su freno en la idiosincrasia local, aunque fue refrendada en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). A diferencia de Brasil y de otros países de la región, la Argentina no cuenta ni con moneda ni con un mercado relevante. ¿Quién puede pensar en pesos en un país que tuvo entre 1968 y 2017 una inflación promedio anual del 204%, o del 84% si se restan 1989 y 1990, los dos períodos de hiperinflación? ¿Cómo se puede confiar en una moneda que eliminó 13 ceros en los últimos 40 años? En la Argentina, el peso es una unidad de cuenta y medio de pago, pero no una reserva de valor. De ahí que la ola verde se convierta en fiebre cuando más que estrategia prima el desconcierto. Ayer, los bonos de largo plazo argentinos cayeron, el riesgo país se incrementó y la demanda de dólares minoristas también tuvo un alza sostenida.

Pasar la tormenta es ahora el principal desafío del nuevo titular del Banco Central. Sobre todo anticipar los movimientos. También entender que la pesificación de la economía no es por coerción, sino por confianza, que al igual que lo que exigen los inversores excede al voluntarismo.

"En nuestro país se ahorra en pesos cuando el dólar está muy caro o se aprovechan las estrambóticas tasas de interés ortodoxas para ganar plata los meses que se calcula que estará quieto el dólar. La Argentina no está preparada para flotar libremente, pero sí de manera administrada"...

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