Ernesto Cardenal: Evangelio y Revolución. Mario Benedetti

Posteriormente pasó al monasterio benedictino de Santa María de la Resurrección, en Cuernavaca, México; siguió estudios de teología en el Seminario de Cristo Sacerdote, en La Ceja, Antioquía. Colombia, habiendo recibido las órdenes sagradas en agosto de 1965. Desde 1966, reside en una colonia que él creara en el archipiélago de Solentmame, Nicaragua.

Ha publicado: Hora 0 (integrado por cuatro poemas, uno de ellos dedicado a Sandino, que figuran entre los más vigorosos y eficaces que ha dado la poesía política en la América Latina) y Gethsemani, Ky., ambos de 1960; Epigramas, 1961: Salmos, 1964; Oración por Marilyn Monroe y otros poemas, 1965; El estrecho dudoso, 1966; Homenaje a los indios americanos, 1969.

Tu nombre y el de otros poetas nicaragüenses de la generación, empezaron a conocerse internacionalmente a partir de la publicación en España, allá por 1949, de la antología Nueva poesía nicaragüense, de Orlando Cuadra Downing, que apareció con tu excelente introducción. Ese grupo, ¿tenía alguna denominación especial?

Había sido anteriormente el grupo Vanguardia, integrado por José Coronel, Pablo Antonio Cuadra y Joaquín Pasos. Cuando nosotros empezamos a escribir, el grupo ya no existía con ese nombre. Por esos días ellos mismos estaban organizando otro movimiento o grupo literario que se llamaba el Taller San Lucas, y comenzaron a publicar la revista que se llamó Cuadernos del Taller San Lucas (salieron unos seis números). Era una revista muy buena, y en ella publicaron por primera vez Carlos Martínez Rivas y Ernesto Mejía Sánchez, que fueron los dos compañeros con los que me inicié en la literatura.. Después del grupo Vanguardia, los tres que aparecimos en Nicaragua fuimos Martínez Rivas, Mejía Sánchez y yo.

¿De quién te sentís más cerca dentro de ese grupo?

Sucede que en la poesía nicaragüense, todos, a pesar de estar muy unidos y ser muy amigos, somos muy diferentes unos de otros. La poesía de Carlos Martínez, por ejemplo, es muy diferente de la de Mejía Sánchez, y la mía de la de ellos dos; y la de Coronel, de la de Pablo Antonio y la de Joaquín; y nosotros, muy diferentes también de ellos; como también los anteriores: Alfonso Cortés, Azarías Palláis y Salomón de la Selva fueron también muy diferentes entre sí, a pesar de ser contemporáneos y muy amigos. Ninguno de los poetas posteriores ha sido tampoco seguidor de esos tres mayores. Nosotros mismos no hemos tenido maestros ni seguidores; cada uno ha seguido un camino diferente. Podría decir que quien influyó mucho en mí, al comienzo, fue Carlos Martínez; siempre lo he admirado mucho, es el que tenía (y tiene) más dotes poéticas, como lo dije en el prólogo a Nueva poesía nicaragüense.

Sin embargo, a pesar de ello, mi poesía también ha sido bastante diferente de la suya. Creo que esa individualidad es una característica de la poesía nicaragüense, a pesar de que, como te digo, todos estamos unidos y somos amigos.

Y de los nombres anteriores de la poesía nicaragüense, ¿hay alguno del que hayas recogido algún legado?

Influencias literarias, de estilo, creo que de ninguno.. Cada uno de nosotros tiene su estilo propio. La influencia que hemos recibido es más bien personal, ya que empezamos a escribir debido al ejemplo de los otros. Si en algo los hemos imitado, es en tratar de ser nosotros mismos, como ellos fueron originales y personales.

¿Qué importancia ha tenido en ese grupo de poetas, y en vos mismo, la poesía norteamericana?

Esa sí ha sido la gran influencia. La mayor parte de los países de la América Latina tuvieron la influencia de Francia; nosotros, después de haber sentido, con Darío, esa influencia, tuvimos la norteamericana. Se dio primero en Salomón de la Selva, que escribió en inglés él mismo, y fue un poeta bastante importante de la generación de posguerra en los Estados Unidos; luego, en mayor escala, esa misma influencia se dio entre nosotros desde que José Coronel llegó a Nicaragua, de los Estados Unidos, trayendo la poesía norteamericana.

Ahora bien, dentro de la poesía norteamericana, ¿quiénes fueron para ustedes los nombres mayores?

Coronel llegó, trayendo toda la poesía norteamericana, especialmente la de Ezra Pound, Eliot, Robinson Jeffers, Robert Frost, Sandburg, etc., o sea los poetas que empezaban a descollar en aquella época, alrededor de 1920. Las traducciones de Coronel aparecieron en las publicaciones del movimiento de Vanguardia, y a través de él influyeron en los demás poetas de Nicaragua (Pablo Antonio, Joaquín Pasos y los otros), y después, cuando aparecimos Carlos Martínez, Mejía Sánchez y yo, también nosotros recibimos esa influencia, especialmente trasmitida por el mismo Coronel.

Nos reuníamos en su casa, Coronel nos leía a los poetas norteamericanos y también las traducciones que estaba haciendo para una antología que después apareció en las ediciones de Cultura Hispánica. Debido a esa influencia, comencé a interesarme en la poesía norteamericana. En la Universidad de México, Mejía Sánchez y yo tratamos de estudiar la literatura norteamericana, aunque descontinuamos esos estudios porque no sabíamos inglés y no podíamos aprender mucho en la Universidad.

Después me fui a los Estados Unidos y estuve dos años en la Universidad de Columbia, en Nueva York; aprendí el inglés y empecé a conocer la literatura norteamericana directamente. Al regresar a Nicaragua, Coronel entonces me propuso que hiciéramos una nueva antología de la poesía norteamericana, ampliando la que él había hecho. Estuvimos trabajando en ella, de ocho a diez años. Varias veces fui a la finca de José Coronel, en el río San Juan, donde ha vivido retirado desde hace más de treinta años, y allí en largas temporadas, traducíamos en común, o revisábamos las traducciones que yo había hecho. Después el libro fue publicado por la editorial Aguilar, de Madrid. Es una antología bastante amplia, muy comprensiva, ya que abarca desde los indios pieles rojas hasta los poetas beatniks.

En cuanto se refiere a mi poesía, creo que la principal influencia (como en la mayor parte de los poetas norteamericanos nuevos) es la de Ezra Pound. De Pound procede casi toda la poesía norteamericana. El mismo Eliot procede de Pound, como él lo ha reconocido, y también E. E. Cummings, William Carlos Williams, Archibald McLeish, Hart Crane. Estos poetas, que han influido bastante en nosotros, fueron ellos mismos influidos por Pound, así que puede decirse que han continuado ciertos aspectos de la poesía de Pound.

¿Y en qué consiste en realidad esa influencia de Pound?

Principalmente en hacernos ver que en la poesía cabe todo; que no existen temas o elementos que sean propios de la prosa, y otros que sean propios de la poesía. Todo lo que se puede decir en un cuento, o en un ensayo, o en una novela, puede también decirse en un poema. En un poema caben datos estadísticos, fragmentos de cartas, editoriales de un periódico, noticias periodísticas, crónicas de historia, documentos, chistes, anécdotas, cosas que antes eran consideradas como elementos propios de la prosa y no de la poesía.

Pound, pues, abrió los límites de la poesía, de manera que en ella cabe todo lo que se puede expresar con el lenguaje: incluso ha hecho ver que ya no son necesarios el cuento, ni la novela, ni el ensayo, porque todo se puede decir con la poesía; es lo que él ha hecho en sus Cantos donde ha dado lecciones de economía, de historia, de filosofía, etc., temas que él también ha tratado en su prosa; las ha vuelto a expresar en la poesía con la misma fuerza, y aun con más fuerza que en la prosa.

Otra de las enseñanzas de Pound ha sido la del ideograma, o sea, el descubrimiento de que la poesía se escribe exactamente en la misma forma que el ideograma chino, es decir, a base de superposición de imágenes. La poesía en Pound no necesita de adornos verbales, de metáforas, ni de muchos otros recursos retóricos a los que estamos acostumbrados en la América Latina. La de Pound es una poesía directa; consiste en contraponer imágenes, dos cosas contrarias o bien dos cosas semejantes que al ponerse una al lado de la otra producen una tercera imagen. Por ejemplo, cuando Pound contrapone la imagen de las putas y la del santuario de Eleusis, dos cosas tan contradictorias. Juntándolas, produce la tercera imagen: la usura ha llevado putas a Eleusis.

Hay un poeta colombiano amigo mío, que escribió un poema, "Colombia macheteada", donde incluye la imagen de sacerdotes en Mercedes Benz. Al juntarse esas dos cosas tan contrarias: el Mercedes Benz, carro de lujo, y el sacerdote, que se supone debe ser humilde y pobre como Cristo, se produce una tercera imagen. Ese es el ideograma de Pound; así es como los chinos escriben porque la lengua china es, según Pound, esencialmente poética. En cambio nosotros estamos acostumbrados a otro tipo de lenguaje, y solo a través de la poesía podemos expresarnos como los chinos con el ideograma, es decir, mediante la superposición de imágenes. Es también lo que hace el cine con los montajes de imágenes.

Algunos han hablado en la América Latina de la sobriedad de mi poesía, de que he renunciado a los adornos, que es una poesía directa, etc. No es más que una aplicación de esas enseñanzas de Pound, en el sentido de hacer la poesía superponiendo las imágenes unas con otras, sin recurrir a ningún otro efecto de lenguaje porque no se hace necesario.

Fuera de tu país llama la atención el desnivel que existe entre la poesía y la prosa nicaragüenses. Escuchando ahora tu explicación, me preguntaba si ello no podría deberse a que la prosa (el ensayo, el cuento, la novela) esté en cierto modo incluida en la poesía nicaragüense. Lo...

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