Érica Borda, la mujer que le cambió la cara al colectivo y ya es chofer en la línea 130

Los zapatos de Érica Borda generan un eco desconocido en el galpón de la cabecera de la línea 130, en Boulogne, mientras avanza a paso firme hacia la cafetería de los choferes. Acaba de manejar cuatro horas seguidas, ida y vuelta hasta La Boca. Necesita un descanso. Busca una mesa libre. Está cansada, contenta y emocionada. Los seis hombres que toman café la rodean y le cuentan la novedad de la mañana: en ese lugar, que históricamente fue un reducto de varones, están construyendo el vestuario para las mujeres. "Ya pusieron como 60 lockers. Así que parece que van a seguir contratando chicas", le cuenta uno de los delegados de la línea. Todos festejan. Esta es su primera semana al frente de un colectivo, después de siete años y de una batalla legal que la convirtió en una referente de las mujeres al volante.Hace unos años la historia era otra. En 1998, cuando se separó y quedó a cargo de sus cuatro hijos, perdió el trabajo como técnica de laboratorio. Y se le ocurrió que podía manejar un colectivo. Si su ex podía, ¿por qué ella no? Un día vio a una mujer que conducía uno de la línea 140, se subió y cuando llegó a la terminal, le preguntó qué tenía que hacer. Ahí mismo se inscribió, aunque no tenía registro profesional, hizo el curso y la contrataron. Condujo durante 12 años, pero un día la despidieron y cuando quiso buscar trabajo en otras líneas se encontró con una respuesta impensada: "No tomamos mujeres".Se lo dijeron tantas veces y en tantas empresas que se indignó. "Es discriminación", se dijo. Con el patrocinio jurídico de la Defensoría General de la Nación presentó un amparo contra el Estado nacional y tres empresas de colectivos. El proceso duró seis años. En octubre pasado, la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo le dio la razón: determinó que esas compañías deben contratar mujeres hasta alcanzar el 30% de su planta de choferes.Una de esas compañías es la propietaria de la línea 130. Por eso, cuando la convocaron para que empezara a trabajar llegó a la defensiva. Creyó que se iba a encontrar con un mundillo de hombres y que le iban a hacer pagar su osadía. "Sé que soy una piedra en el zapato para ustedes, pero lo único que quiero es trabajar", le dijo al gerente el primer día. Pero la respuesta la sorprendió. Le dijo que no era así. Que eran otros tiempos, que no era algo personal y que estaban contentos de que se sumara al equipo de choferes. Borda no podía estar más sorprendida. Lo mismo pasó con el recibimiento...

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