Las enseñanzas de Israel a los ministros argentinos

Wado de Pedro, con el presidente de Israel

Benjamin Netanyahu conduce desde hace menos de un mes el gobierno más ultraderechista y fundamentalista de la historia de Israel, nación que en abril cumplirá 75 años. Eso significa que comparte el poder con dirigentes y partidos de dudoso pedigree democrático, lo que está generando en la única democracia de Medio Oriente considerable revuelo.

El ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, del Sionismo Religioso, por ejemplo, quien además funciona como ministro subalterno de Defensa y es partidario de la mano dura con los palestinos y la anexión de Cisjordania ocupada, llegó a autodefinirse "de extrema derecha, homofóbico, racista y fascista". A su lado Javier Milei podría ser confundido con Martin Luther King.

Netanyahu es el político que más veces fue elegido primer ministro. En total ya gobernó 15 años. Su retorno aparece sustentado en el conocido vicio popular de querer salvarse llamando de nuevo a quien armó el desbarajuste original (imposible no recordar a nuestro Cavallo, entre otros) bajo la creencia de que será el único que lo podrá arreglar. Pero el sábado pasado "Bibi" sumó otro récord a su abultado currículum: en su contra se armó en Tel Aviv la mayor manifestación de protesta en décadas. Salieron a la calle, bajo una fuerte lluvia, ochenta mil israelíes.

¿Contra qué protestaban? Contra la reforma judicial que quiere hacer el primer ministro para sacarle a la Corte Suprema la potestad de anular una ley, casualmente un tema que en la Argentina se halla en el centro del escenario. Acá la Corte también tiene esa facultad, la del control de constitucionalidad, pero el gobierno finge desconocerla. Directamente sostiene que la suspensión dispuesta por el más alto tribunal de una ley de 2006, la de reforma del Consejo de la Magistratura, es causal de juicio político a quienes la dispusieron.

Entrevistados por los medios de Tel Aviv, varios manifestantes opinaron el sábado que la intención oficial de modificar la esencia del régimen jurídico estaba relacionada con los problemas personales de Netanyahu con la Justicia. El primer ministro está acusado de fraude, cohecho y abuso de confianza en tres causas de corrupción.

Hoy fragmentada y derechizada, la sociedad israelí ha vuelto, pues, a las manos del líder local más duradero y más polémico de la historia, entre otras razones porque no surgió otro con capacidad para armar coaliciones y poner algún tipo de orden en el complejo panorama político, mucho...

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