Un ensamble de músicos en plena 'deconstrucción'

La historia del Ensamble Chancho a Cuerda puede ser la de tantas bandas de rock o de folklore que nacen en el colegio secundario. En parte, ésa es la historia de este grupo. Lo diferente es que se gestó hace algo más de ocho años, en una época en la que no se aceptan divisiones estrictas de lenguajes musicales. Así fue que el septeto grabó tres discos, dos de temas propios y uno de versiones, y está abierto a las corrientes compositivas más diversas (desde las canciones propias de Contrastes, con alguna influencia "kageliana" como rareza incluida, hasta las versiones de temas de Gismonti y Violeta Parra, del segundo CD, Subversiones).

En octubre pasado lanzó Deconstrucción, otra nueva apuesta a la canción propia, que fue presentada en vivo a fin de año. Ya es tiempo de volver a poner en marcha al mecanismo, al chancho y a la cuerda, para seguir tocando ese repertorio, en conciertos como el de hoy, en Hasta Trilce, que será compartido con la banda Duratierra.

Los chanchos son siete ensamblados veinteañeros: Agustín Lumerman, Joaquín Chiban, Julián Galay, Lautaro Matute, Manuel Rodríguez Riva, Nahuel Carfi y Nicolás Rallis. "Algunos nos conocimos en el colegio, éramos compañeros de curso del Nacional de Buenos Aires -cuenta Manuel. Nos empezamos a juntar, a hacer temas, pero sin que la idea fuera crear una banda. Así se sumaron otros del colegio y amigos. Fue muy natural. Tampoco pensamos que queríamos armar un grupo que tuviera chelo, clarinete, piano y batería. Se fue armando más de conocer a las personas y decir: estaría bueno que tal se sume."

Así, el grupo fue también una especie de escuela. No es una formación que surge de las inquietudes comunes de un grupo de alumnos formados en el mismo conservatorio. "Pero este lenguaje común que quizá se recibe desde afuera, aunque cada uno estudió en lugares diferentes, es lo que se ha trabajado adentro", apunta Agustín.

"Lo curioso -completa Julián- es que los siete podríamos decir que gran parte de nuestra formación musical fue el mismo grupo. Comenzamos antes de terminar el colegio y si bien todos sabíamos que en el futuro nos íbamos a dedicar a esto, todavía no éramos «estudiantes de música», y el grupo fue una especie de autoescuela. Entre nosotros nos enseñamos cosas o descubrimos otras, juntos, por primera vez."

Entre los ensayos y algunas pizzas deglutidas en conocidos locales del centro porteño hubo charlas infinitas para encontrar el nombre del grupo y de los discos o para hacer la...

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