Energías verdes: el viento se puso de moda y el negocio de los recursos renovables atrae cada vez a más inversores

Doris Capurro pidió dos veces té de frutos rojos el 10 de marzo en la confitería del hotel Alvear para amenizar la tarde, dominada por reuniones de trabajo. Una de ellas fue con ejecutivos de Siemens, la empresa alemana que, entre otras cosas, fabrica aerogeneradores. En términos más sencillos y menos técnicos: molinos de viento capaces de producir grandes cantidades de electricidad. Días antes se había juntado con sus competidores de la norteamericana GE y pasó febrero en Washington, Houston y Nueva York sondeando alternativas de financiamiento para proyectos eólicos con fondos de inversión y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Hasta fines de 2015 Capurro fue la vicepresidenta de Asuntos Institucionales de YPF. Cercana a la ex presidenta Cristina Kirchner, pero también al macrismo (fue una de las mentoras políticas del jefe de Gabinete, Marcos Peña), la consultora le presentó tres veces en cuatro años al comité de dirección de la petrolera su intención de invertir en energía eólica. Se la rechazaron. Una vez afuera, Capurro buscó revancha de inmediato: armó Luft Energía, la compañía con la que espera participar en proyectos de inversión, que considera en términos personales como su deuda pendiente. "Creé una compañía que tiene como objetivo ayudar a emprendimientos que no prosperaron por falta de financiamiento -explica Capurro-. No iniciativas de cero, sino ready to build. Somos una incubadora, un hub de negocios renovables."

Capurro no es la única que busca hacer negocios con el viento. El cambio de gobierno, los cortes de energía, la venia del ministro de Energía Juan José Aranguren a la inversión en generación y la promesa de un acuerdo con los holdouts reavivó el interés contenido de emprendedores que desde hace años intentan cerrar sin éxito proyectos para generar electricidad con aerogeneradores. Más aún tras la reglamentación de la ley de energías renovables que implementó la administración de Mauricio Macri el 30 de marzo.

Es comprensible. En los papeles, el país tenía algunos de los mejores vientos del mundo, pero tras la reglamentación se sumó otro factor imprescindible para hacer negocios: ahora hay compradores.

La prueba patente de ese cambio es la irrupción de Dow en el segmento. La empresa norteamericana es la química y petroquímica más grande del mundo. En el país produce polietileno, para lo cual le resulta fundamental tener gas y electricidad.

En marzo firmó un memorando de entendimiento con Invap, una compañía...

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