Empapados y sonrientes

El tuit de Juan José Campanella resumió el sentimiento que parecía envolver a la gente: "En un momento así, bajo una tormenta cinematográfica, al lado de un anciano empapado y sonriente, me siento orgulloso de ser argentino". Sin embargo, la Marcha del Silencio convocada por un grupo de fiscales en homenaje a Alberto Nisman había empezado marcada por otras sensaciones. La ausencia de cánticos, los rostros adustos, la ropa pegada a los cuerpos a causa de la lluvia, le daban a la multitud un aire de gravedad. Eran presencias en duelo. Al principio, a medida que confluían en la Avenida de Mayo, los manifestantes parecían penitentes en lenta procesión. Se sabía que la alegría había quedado embargada por decisión oficial. Se trataba, además, de la despedida a un fiscal muerto en extrañas circunstancias tras denunciar a la Presidenta. Pero los sentimientos no se vedan ni se eligen y ocurrió lo inesperado: hubo un momento en que la tristeza, el desamparo y la indefensión empezaron a convertirse en otra cosa. Algo capaz de arrancarle una sonrisa a un anciano que caminaba empapado bajo la lluvia.

"Con la marcha de hoy, siento que todavía quedan esperanzas", le dijo una mujer de unos 40 años a un cronista de televisión. Se reclamaba verdad y justicia, el fin de la corrupción y la impunidad. Pero por debajo de todo eso fue creciendo la evidencia de que en un país al que quisieron dividido hay cosas que queremos todos, o casi todos, y de que somos capaces de encontrarnos en esos anhelos esenciales.

Tal vez de allí la esperanza, que le fue ganando terreno a las broncas y los desasosiegos. La gente pareció conmovida de reconocerse bajo la lluvia y de seguir de manera natural las consignas que por respeto se habían fijado. Norma Morandini hablaría después del misterio de la emoción compartida sin palabras. "Había alegría en esos gestos de reconocimiento", dijo.

La marcha había sido convocada por los fiscales, pero fue de la gente. A su vez, la gente reconoció el trabajo de los fiscales y les dio su apoyo. Fue un gesto merecido, pero también generoso. Porque, bien mirado, en todos estos años ha sido la gente la que quedó huérfana del apoyo y la protección que, por temor o conveniencia, le retiraron instituciones y actores sociales que pensaron en su exclusivo beneficio y no estuvieron a la altura. Hay políticos, legisladores, funcionarios, empresarios...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR