El embrión de una segura crisis política

http://www.lanacion.com.ar/ley-de-medios-t48532 No habrá una fiesta política ni el cristinismo habrá derrotado a nadie. En el plazo de hoy estaba escondida la única y caprichosa carta que la Presidenta escondía frente a las adversidades de los últimos tiempos. Tanta expectativa oficial se había depositado en el 7-D que Cristina Kirchner imaginaba un antes y un después en su vida de mujer pública. Fueron tan enormes esas ilusiones que el gobierno personalista de la Presidenta tiró abajo cualquier límite que respetara la división de poderes. El Congreso se puso al servicio de pobres intereses políticos para presionar a la cabeza de un poder de la República, la Corte Suprema de Justicia. El Consejo de la Magistratura, una institución política del Poder Judicial, fue arrasado por la impronta fanática de funcionarios kirchneristas.http://www.lanacion.com.ar/1534108-el-gobierno-destaco-que-acatara-la-decision-de-la-camara , siempre eventual, de una medida cautelar con un estricto plazo legal. Armó una fiesta con esa fantasía. El kirchnerismo podía seguir la huella de esa épica, pero no la Justicia.El resultado amargo de los últimos días fue la constatación definitiva de que el cristinismo ha decidido convertir a los jueces en instrumento de sus apetencias políticas. Un puñado de magistrados, todos pertenecientes al fuero federal en lo Civil y Comercial, fue perseguido, difamado y apartado. Nunca había sucedido semejante ensañamiento con nadie en la democracia argentina, mucho menos con exponentes del Poder Judicial. Algunos jueces carecieron de coraje; otros demostraron que todavía existen en el país reservas de valentía personal. Necesitarán ser valientes. La decisión que tomaron ayer los jueces María Najurieta y Francisco de las Carreras tendrá consecuencias políticas.http://www.lanacion.com.ar/1534053-la-camara-extendio-la-cautelar-en-favor-del-grupo-clarin-hasta-que-haya-sentencia-definitiva del 13-S y del 8-N, y por la huelga general del 20-N. El final de ópera de ayer era innecesario, pero era el final que construyó la propia Presidenta. A matar o morir. Victoria o derrota. El final fue, en efecto, más dramático que el comienzo de todo el proceso. La ley de medios se inició con una exhortación general a la democratización de todos los medios audiovisuales y terminó en una guerra cuerpo a cuerpo con el Grupo Clarín. Terminó empapada por el espíritu que sí tuvieron los dos Kirchner desde que lanzaron esa ley.Algunas lecciones podrían sacarse si se mirara...

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