Emancipado, un Messi colosal amarga al dt que lo hizo crecer, guardiola

¿En qué detalle se pudo advertir que no era un partido más, que estaba envuelto por connotaciones especiales, más allá de la importancia inherente a cualquier semifinal de una Liga de Campeones? En el festejo del segundo gol de Lionel Messi. Si a algo están habituados los jugadores de Barcelona es a celebrar goles. Los convierten en cantidades industriales. Y siempre se juntan en un abrazo de pie, con la misma pulcritud con que juegan. No suele haber coreografías extravagantes. Pero ese gol de Leo detonó emociones infrecuentes, despertó sensaciones de éxtasis, de un paroxismo que justificaba la escena: Messi en el piso, cubierto por una montaña humana de compañeros. Era la felicidad del fútbol de la calle, del potrero. Aunque quedaba tapado por cuerpos, la ceremonia era la unción del genio. De Messi, claro, ¿quién otro?

Otra vez, un gran triunfo de Barcelona, una nueva goleada, se explicaba a través del rosarino. Un 3-0 a Bayern Munich construido en los últimos 15 minutos, con dos goles de Leo y una asistencia. Un sprint demoledor para el equipo alemán, que además quedó desmoralizado, con un zaguero central, el campeón del mundo Jerome Boateng, al borde del ridículo cuando intentó tapar a Messi en el segundo gol y cayó de espaldas, como si hubiera sufrido un desmayo. Los rivales quedan en estado de estupefacción cuando son burlados por el arte de Leo.

El partido también encerraba el primer choque entre Messi y quien es una especie de padre futbolístico, o al menos el tutor que más lo ayudó en su crecimiento futbolístico: Pep Guardiola. El técnico además regresaba a un lugar que define su trayectoria: un Camp Nou donde fue alcanzapelota, campeón como jugador y campeón como entrenador, función en la que entre 2008 y 2011 comandó un ciclo que pasó a ser modelo y referencia en el mundo.

De alguna manera, Pep fue ayer víctima de su propia criatura y de un monstruo como Messi. Y no los iba a enfrentar en un momento cualquiera, sino en el mejor de la temporada para Barcelona. Un equipo que había ganado 15 de los últimos 16 partidos (la única mácula fue un 2-2 contra Sevilla). Firme atrás y letal arriba, con un tridente (Messi, Suárez y Neymar) que pasó los 100 goles.

Pep tuvo la receta para amasar un Barcelona inolvidable, pero el día previo había advertido que no tenía la fórmula para desactivarlo: "Es difícil encontrar un punto débil en el talento de Barcelona". Y con el actual nivel de Messi se declaró impotente: "Imposible. No hay defensa que...

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