A elecciones, entre la grieta y la inercia

Un aspecto es saludable: en pocos meses votaremos para elegir presidente cumpliendo el rito indispensable de la democracia, afianzada más allá de sus yerros después de 35 años de ejercicio. Pero no se trata solo del voto, ya que el pluralismo trajo otra significativa novedad: los problemas políticos se dirimen sin tragedia, suceden como un melodrama donde, más allá de excepciones repugnantes e impunes -como el caso Nisman-, no corre sangre. Es destacable en una región que exhibe casos crónicos de violencia política y social, algunos casi naturalizados. La pregunta es si con esas virtudes alcanza. Imposible no formularla a la vista de dos fenómenos estructurales desesperantes: una inflación fuera de toda escala que dificulta la vida cotidiana, la planificación de actividades y la celebración de contratos, y una pobreza creciente e indisimulable. A esto hay que sumarle la recesión, un episodio repetido del ciclo económico.¿Qué significa esta combinación de elecciones democráticas con malestar social y económico? La pregunta no es solo para los argentinos, sino que expone un acontecimiento mundial: la democracia se desligó del bienestar. Sin distinción de partidos, sus líderes e instituciones perdieron sintonía con las necesidades populares, resignando legitimidad y prestigio. Los sondeos coinciden en este punto: menos confianza en los poderes constitucionales, apatía, vacío de orientación, enojo, búsqueda de liderazgos alternativos que desprecian el sistema. Inserta en esa ola, la Argentina exhibe datos inequívocos: sus dos principales dirigentes suscitan el rechazo de la mitad de la población, las expectativas de mejora se derrumban, la economía de las familias empeora. Con esos datos se inicia la carrera presidencial, donde la mayoría no elegirá al que considere mejor, sino al que le parezca menos detestable.¿Cuál puede ser la especificidad argentina dentro de este fenómeno global? Postularemos dos rasgos que aunque no sean exclusivos resultan consustanciales con nuestra historia: la grieta ideológica y la inercia económica. Para empezar por la grieta, la escena que se representará durante la campaña es una versión apenas remozada de una antigua disputa entre dos términos: populismo y liberalismo. Desde el siglo XIX, esta contradicción adquirió distintas denominaciones: unitarios y federales, civilización y barbarie, causa y régimen, pueblo y oligarquía, peronismo y antiperonismo. Construidas como mitos, estas expresiones representaron...

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