Un ejemplo de abnegación

Muchas veces hemos destacado, desde estas columnas, el hacer silencioso y abnegado de muchos compatriotas que trabajan cotidianamente para construir un país mejor y más justo. Algunos han salido a la luz gracias a la difusión alcanzada a través de organizaciones de la sociedad civil. Tal es el caso del padre Chifri, cuyo verdadero nombre era Sigfrido Maximiliano Moroder.Su labor pastoral contribuyó a que los habitantes de 27 parajes y alumnos de 21 humildes escuelas primarias rurales de la Quebrada del Toro (Salta) aprendieran a sentirse orgullosos de preservar su identidad ancestral y sus costumbres. Las sonrisas de más de mil niños salpicaban los cerros salteños al ver llegar el Colectivo de los Sueños, un vehículo que el sacerdote recicló y dotó de vida, color, libros, juguetes e instrumentos musicales, con los que compartía la magia de las canciones que salían de su guitarra o el decir de los títeres que utilizaba para enseñar.Radicado en Salta desde 1999, usaba el parapente para llegar a remotos parajes montañosos de difícil acceso con su mensaje religioso y humano.En 2004, se accidentó gravemente en vuelo, pero no se resignó a quedar en silla de ruedas: su esfuerzo y tenacidad lo pusieron nuevamente de pie.Su libro...

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