Más duro

Ultimamente los ajustes se anuncian con entusiasmo. Antes no: aparecía un gordito de lentes muy gruesos, cara compungida, cuatro pelos engominados y corbata negra. Era el ministro de Economía hablando por la televisión. Suspiraba hondo, bajaba la vista y entonaba la letanía gregoriana de un discurso plagado de cifras y datos irreversibles. Desde que empezaba a hablar uno sabía que estaba frito. Y él también parecía liquidado, triste, aunque estuviera en verdad al margen del drama colectivo que pregonaba y lo esperara en la puerta un auto cinco estrellas con su secretaria VIP adentro, ansiosa por despeinarlo y aflojarle el cuello.Primero: aquel ministro era un hipócrita, un farsante que dejaba caer lágrimas de cocodrilo para decirte que te bajaba el sueldo. Segundo: ni siquiera estaba convencido de estar haciendo lo correcto.Analicemos la situación actual y veremos cuánto hemos progresado. Ahora, con los gobiernos progresistas que rigen desde...

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