Un dramaturgo que juega con las contradicciones

Oscar Martínez no sólo es un experto observador, sino también un analista puntilloso de los vínculos, y para eso utiliza su agudo conocimiento como actor. Es el ejemplo de cómo la mirada del intérprete puede volverse vital en la construcción dramática. Su esencia artística, tan bien volcada en su libro Ensayo general. Apuntes sobre el trabajo del actor (2017), contribuye en la construcción de obras que no sólo puede degustar el espectador, sino también el artista que las interpreta. Plantea todo, minuciosamente, desde las complejidades de cada criatura hasta las situaciones que deberá abordar.

Ella en mi cabeza (2005) fue su auspicioso debut como dramaturgo; un gran éxito que permaneció en cartel varias temporadas, primero con Julio Chávez y luego con Darío Grandinetti en el papel protagónico, y ahora se replica en múltiples puestas en escena en diferentes ciudades del país. En esa pieza retrató la obsesión de un hombre con sentimientos encontrados respecto de su...

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