El drama de un oficialismo en el que todos quieren mandar y ninguno gobierna

Siempre hubo varios peronismos, vaya novedad. Antagónicos y contradictorios, peleadores hacia adentro y afuera, con mayorías gregarias hacia un jefe que a su vez corría a un segundo plano a los que quedaban en desventaja. Perón desplazó a los laboristas y luego a los montoneros; Menem al cafierismo; Kirchner a Duhalde; Cristina al propio peronismo.El dato nuevo es otro: es la primera vez que varios peronismos pretenden gobernar y Pulsean con leyes, anuncios, reformas y movilizaciones en un festival de presiones cruzadas y ejercicios de posicionamiento.Este experimento singular e inédito ocurre sobre la realidad repetida y agravada de una crisis económica y social que replica y supera el último gran estallido del país, en diciembre de 2001. La respuesta al enigma de la novedad del presidente elegido por la vicepresidenta corretea, impreciso, sobre esa catástrofe agigantada por los efectos globales de la pandemia. Nadie manda sobre el resto y todos pretender hacerlo.Aunque el conflicto entre el gobierno de Alberto Fernández y el mando de Cristina Kirchner es el nudo esencial de la situación, de esa pelea se desprenden nuevos conflictos y a la vez se vuelven más visibles batallas entre sectores y se exponen sin pudor ambiciones de poder. Es así que Alberto y Cristina pulsean por el rumbo de la economía y cuando el Presidente ajusta los números fiscales, su jefa le recuerda que ella no es responsable por las medidas del Gobierno.El gabinete es un catálogo de ministros que responden a jefaturas distintas y ejecutan planes contrapuestos. Con las mismas palabras podría describirse que la intención reformista del Presidente sobre la Justicia choca con la decisión de someterla de la vice. Alberto Fernández construye su propia debilidad y está expuesto a que una carta viralizada en las redes sociales le ponga límites, lo exponga y hasta lo descalifique.El Presidente llega al extremo de respaldar y celebrar los ataques de Cristina en su contra. Ya hubo dos misivas fulminantes mientras Fernández y su ministro...

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