Dos fuerzas que coexisten sin ayudarse

Por enésima vez, una concentración que debía estar signada por el festejo de decenas de miles de personas terminó en barbarie por la culpa de un centenar de vándalos. Y por enésima vez la falta de coordinación, los recelos, los reproches y el ventajismo prefiguraron la acción ineficiente e ineficaz de las dos policías que tienen despliegue operativo en la Capital.Que coexistan en territorio porteño esas dos policías que dependen política y jerárquicamente de dos gobiernos distintos -y no alineados- es un sinsentido. Más aún: puede llegar a ser perjudicial e incluso peligroso. El debate sobre el traspaso de los recursos humanos y materiales de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Federal a la Ciudad lleva años sin resolverse. Eso abrió el camino a la creación de la Policía Metropolitana.Un especialista que tuvo un paso jerárquico en una de esas dos policías, explicó que normalmente en el nivel de jefatura y superintendencias se coordina en cuestiones permanentes (control de accesos a la Capital, prevención con patrullajes en barrios). Pero que cada vez que talló la política se trabó la operatividad y se retaceó la colaboración. Eso pasó con los servicios de seguridad en el transporte público, los hospitales o las escuelas.El quite de colaboración fue mucho más patente, y de consecuencias impredecibles, en temas imprevistos o de conflictividad política: tomas de tierras, orden público, manifestaciones.El origen de la descoordinación y del retaceo en la ayuda es claramente político. Ni la Nación ni la Ciudad quieren asumir solas los costos políticos de una represión. Desde la acción desmedida ante las manifestaciones contra la demolición de un taller del hospital Borda, hace 15 meses, la Policía Metropolitana se inmoviliza cada vez que debe enfrentar una movilización masiva que se sale de madre.Paso erráticoCon las fuerzas federales el paso es errático: que intervengan o no depende de quién se moviliza. Sólo eso explica que algunos piquetes se...