Dos caminos, dos dirigencias

Fernando Basanta, en mayo de 2019, junto a Alberto Fernández y a Alicia Kirchner

Nuestro país se estremece por su presente calamitoso. Los argentinos observan ensimismados y empobrecidos el espectáculo circense de un gobierno cuyas tropelías, dramáticas, dejan al descubierto a diario todo su carácter y vocación antidemocrática. El Gobierno rebalsa de autoritarismo, violencia política y corrupción. No hay farsa, disfraces, simulacros y escenificaciones que lo puedan tapar. No se puede negar la ley de gravedad.

Hay dos caminos en el país. El derrotero que enfrentamos configura la nueva contradicción fundamental de los argentinos. Es un tiempo bisagra en el cual hay que tomar partido. Por un lado está el camino del oficialismo, un proyecto de poder autocrático, familiar, consanguíneo y hereditario, ajeno al interés colectivo. El país donde los jóvenes están frustrados, los abuelos olvidados y los trabajadores empobrecidos. La cultura de los antivalores. Es mejor un cargo o un plan que trabajar, mejor usurpar que producir, y robar que servir. Mejor adelantarse en la cola que esperar el turno.

Con esa cultura, en la que se considera que la corrupción es admisible porque se hace "para la liberación", no salimos más. Es la cultura de la anuencia con el narco, del uso de los pobres y la blandura y lenidad con los delincuentes. En esa cultura los niños mueren buscando comida en un basural o con hambre de agua. La cultura que no sólo hizo todo tipo de transas y negociados con las vacunas, sino que le otorgan planes sociales hasta a los muertos que hacen votar en las elecciones.

Por otro lado, el camino del republicanismo que, desde la vigencia en plenitud de nuestro programa mayor que es la Constitución Nacional; propugna por darle una alternativa de salida a los argentinos, contenedora de la gente, seria e integral, que recupere la cordura cívica y haga que funcionen las instituciones.

El oficialismo liderado por la vicepresidenta promueve instaurar el modelo de la tiranía neopresidencialista y populista de la provincia de Santa Cruz.

Ya Alexis de Tocqueville nos hablaba acerca del despotismo tiránico democrático. La movilización de masas atomizadas; la fascinación por el activismo extorsionador; la propaganda mistificadora y de manipulación victimista, el adoctrinamiento ideológico; la duplicación y cerco de las instituciones del Estado a través de una jerarquía de organizaciones militantes paraestatales, así como el terror organizado, la...

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