Dolor y reflexión

La información sobre una explosión, respaldada en la seriedad de calificados organismos internacionales, disipó la esperanza de recuperar con vida a los tripulantes del submarino ARA San Juan. Son 44 almas, que si la realidad es como todo hace suponer, han entregado sus vidas sirviendo a la Nación. Nada es hoy más importante que esa circunstancia y el dolor de sus familias. Así lo han considerado en general sus conciudadanos y también LA NACION, que les hace llegar su acompañamiento y solidaridad.

La magnitud humana de la desgracia, así como la duración de la angustia hasta arribar a estas evidencias, han sacudido a la opinión pública. Inevitablemente se ha entrado ahora en la etapa de buscar causas y culpables, pero a diferencia de otros hechos luctuosos, este toca a las Fuerzas Armadas, que despiertan en la Argentina sentimientos y antagonismos que el transcurso del tiempo lamentablemente no ha logrado disipar.

Siendo una explosión, los primeros diagnósticos han convergido hacia la falta de un mantenimiento adecuado. Sea por una filtración de agua o por una falla en las baterías, la causa parecería estar en defectos en la reparación integral de la nave tres años atrás o bien en el mantenimiento posterior.

Aceptado esto, una parte de las opiniones se vuelcan a asignar responsabilidad a la cúpula de la Armada, la que es acusada del deficiente mantenimiento, de haber demorado el inicio del salvataje y de no haber informado prestamente al Presidente y a las autoridades civiles. Su remoción daría satisfacción a esta parte de la opinión y también le generaría más espacio al primer mandatario.

Sin embargo, otras opiniones ponen énfasis en la escasez de los fondos destinados al mantenimiento y, en particular, al submarino accidentado. Algunos han hecho un parangón con el accidente ferroviario de la estación Once, en el que murieron 51 personas. Sin duda esta es una comparación inapropiada, ya que la insuficiencia de mantenimiento en el caso de Once se debió al desvío de los subsidios, mientras que en el equipamiento militar, el problema ha sido principalmente la insuficiencia de sus presupuestos.

Más allá de que hayan existido deficiencias y fallas en las Fuerzas Armadas, la cuestión de un sistemático castigo presupuestario debe interpretarse principalmente por razones políticas e ideológicas.

Prácticamente, desde el retorno a la democracia, en 1983, no hubo renovación del equipamiento militar. Los pocos equipos o armamentos que se incorporaron...

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