El dolor de un barrio en el que todos se llaman 'lupineros'

RIO GALLEGOS.- Jorge Baldivieso, un empleado municipal de 44 años, recuerda a la perfección el día en que conoció a Néstor Kirchner, hace más de una década. Como cada tarde después de trabajar, había ido a la casa de gobierno provincial para preguntar por el trámite para conseguir una vivienda. Esa vez, lo atendió el propio Kirchner. "Después de contarle mi situación, me dijo que juntara plata para comprar una sidra y que brindara con mi familia, porque en tres meses me iban a entregar la casa", cuenta, parado detrás de la reja de su jardín, donde colgó una pequeña bandera argentina, con un mensaje de despedida para el ex presidente.La casa de Baldivieso, sobre la calle Luis Gotti, es una de las 152 unidades de Primero Santa Cruz, uno de los barrios populares que inauguró el ex presidente durante su gestión como gobernador de esta provincia.En esta porción de tierra ventosa, a un costado de la ruta que conduce al aeropuerto local, la imagen de casitas iguales, bajas, con jardín al frente y techo de chapa a dos aguas, se extiende más allá de lo que alcanza la vista. Al barrio de 152 viviendas, le siguen otros de 44, 213 y 52 unidades, que se construyeron durante los últimos años.Mientras se acomoda una gorra con visera negra, Baldivieso también se acuerda de que, durante el acto de inauguración del barrio, Kirchner levantó la cabeza y lo buscó entre la multitud. "¿Viste que yo cumplo con mi palabra?", recuerda que le dijo. Con la mirada perdida, cuenta que, desde que se enteraron de que el ex presidente había muerto, él y su mujer, Ana María, no pararon de llorar.A pocos metros de allí, Adolfo Lemos, un jubilado del Servicio Penitenciario Federal, con prolijidad casi obsesiva, le pasa una franela húmeda a su auto, un Volkswagen Gol rojo. Como la mayoría en este barrio, él también le agradece a Kirchner la posibilidad de haber accedido a su primera casa propia. "El tema habitacional era muy complicado. Antes de que llegara Kirchner, todo esto era un descampado, puras pampas", dice, y pide un minuto para ir al interior de su casa, desde donde se oye a todo volumen un ritmo de cumbia. Vuelve al rato, con una foto en la mano, en la que se lo ve al lado de un Kirchner joven, al que asistió como custodio durante sus tres...

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