El dólar de la convertibilidad volvió y no deja nada en pie

Después de una larga travesía por la década kirchnerista, el dólar termina en el lugar de partida: al valor que tenía en el fin de la convertibilidad. La historia se vuelve a repetir aunque con la agravante de tener esta vez una inflación del 40 por ciento.

La única ventaja que tiene dar vueltas en redondo y volver siempre al mismo punto es que se sabe el rumbo que seguirán los acontecimientos. Como en anteriores oportunidades alguien, en algún momento, corregirá el atraso cambiario y desarmará la bomba. ¿Cuándo? Se descuenta que la presidenta Cristina Kirchner no se inmolará para desarmar el artefacto. Al fin de cuentas la política siempre se impone a cualquier otra necesidad, por más acuciante que ésta sea. La tarea quedará entonces para el 10 de diciembre y para el que se haga cargo del nuevo gobierno. En estas circunstancias se puede inferir que el atraso cambiario se seguirá rezagando y la bomba a desarmar ganará más libras de presión.

Es difícil pensar otro escenario cuando el dólar en los últimos meses no dejó de fortalecerse frente al resto de las monedas que se devaluaban sin pudor. El real se devaluó 3,74% en la semana, mientras que aquí, por el contrario, se sostiene al dólar como un ancla inflacionaria. Como ocurrió en experiencias anteriores con largos períodos de atraso cambiario, la producción de alimentos pierde competitividad. Según la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados (Ciccra) el bife argentino en los últimos cuatro años viene perdiendo competitividad en relación con los competidores. La pérdida relativa frente a Uruguay fue de 10,71%, 14,5% con Nueva Zelanda, 28,7% con Australia y 37,1% con Brasil. La agroindustria cruje a lo ancho y a lo largo del país. Nadie se salva. Algunas actividades y empresas que parecían invulnerables ya no pueden esconder que comenzaron a desarmarse apretadas por las pérdidas económicas y el ahogo financiero.

Durante las últimas semanas se sintieron con más fuerza las protestas de los tamberos frente a las usinas lácteas de Rafaela y la de los productores frutícolas de peras y manzanas de Río Negro que se subieron a las rutas de Cipolletti y General Roca con los tractores. A los tamberos les llegó una baja en el precio de la leche que venían cobrando justo en el momento que deben pagar las cuentas más pesadas del año mientras que los fruticultores rionegrinos enfrentan la tormenta perfecta. Según cálculos oficiales perderán casi 200 millones de pesos por la caída de los...

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