El Docente en la Nueva Universidad. Y León Brizuela, I de la Paz Montenegro, D I Aguilar y otro

Autrores: Lic. Yuliet León Brizuela, Lic. Ingrid de la Paz Montenegro, Lic. Diana Iglesias Aguilar, MSc. Roberto Alfonso Viltre Rodríguez*

Sede Universitaria Municipal Bayamo, prolongación General García s/n, Bayamo, Granma, Cuba, yleonb@udg.co.cu

Introducción

"Estudiar no debe constituir una obligación, sino una necesidad: la más profunda, la más extraordinaria, la más verdadera, la más esencial necesidad".

Fidel Castro.

La globalización de la economía mundial al borde de una crisis sin precedentes, la integración de grandes bloques geopolíticos, el acelerado avance de la informatización, la preocupación por el mejoramiento de la calidad de la vida que exige un cambio en la educación ambiental son tendencias que influyen directa o indirectamente en la necesidad de crear y desarrollar nuevos modelos curriculares que permitan a las universidades la formación de profesionales altamente capacitados para cumplir con su encargo social con una sólida preparación científico-técnica y humanística, que permita alcanzar un desarrollo sustentable.

Los profesores universitarios tradicionales tiene como peculiaridad que laboran en un alto centro de estudios en el cual no se formaron como tal, es decir, que no se prepararon previamente como docentes, ya que no existe en el mundo ningún centro especializado en educar profesores para ser docentes en la universidad. En la gran mayoría de los casos el claustro de profesores está integrado por profesionales egresados en la propia universidad o en otra similar y como resultado de sus ejecutorias como alumnos se han quedado a ejercer la docencia o sus intereses personales y labores profesionales en la producción y/o los servicios los han acercado a los recintos universitarios. No existe una universidad pedagógica cuya misión sea formar profesores para este tercer nivel de enseñanza y no es necesario tampoco hacerlo.

Con razón se afirma que el docente universitario posee una doble profesión (E. Martín, V. González y M. González, 1998): en la especialidad que forma a sus estudiantes y como profesor, lo cual complejiza su labor y demanda un constante autodidactismo. El profesional en la educación superior se forma en primer lugar a través del propio ejercicio cotidiano de su labor docente junto a sus alumnos, de su superación individual y también mediante un sistema de formación posgraduada que contribuya a su creciente profesionalización.

Para analizar el papel que juega el docente en nuestras universidades es necesario hacer alusión a tres procesos fundamentales:

Educativo.

Investigativo creativo.

Orientación hacia la extensión universitaria.

Para lograr los egresados que requiere la sociedad contemporánea, hace falta que todos estos procesos universitarios se desarrollen con la calidad requerida. Estos procesos universitarios manifiestan determinadas regularidades internas:

Prioridad en la formación básica, con relación a la especializada:

Ciclo básico (40-50%).

Básicos de la profesión (35-40%).

Ejercicio de la profesión (25-30%).

Tendencia en la introducción de la computación.

Integración de lo tecnológico con lo administrativo y lo social.

El incremento del papel del estudiante en el desarrollo del P.D.E.

La tendencia hacia la organización del P.D.E en temas o unidades.

Vamos a partir de algunas problemáticas que están presentes en la Universidad actual, para entender luego las consideraciones que haremos en relación a la temática referida.

Poca vinculación de la Universidad con el medio social.

La no integración de lo académico, lo laboral y lo investigativo.

La estrechez del perfil del egresado.

La explosión de la matrícula.

El objetivo del presente trabajo es abordar desde una perspectiva teórica las características generales del docente universitaria, abordando elementos de la profesionalización de este para enfrentar los retos de la nueva universidad.

Desarrollo

Como la universidad prepara a los especialistas que demanda la sociedad pero no a sus propios docentes, en la actualidad es objeto de discusión por parte de algunos si ser profesor universitario constituye una profesión o no, ya que constituye una contradicción evidente que los encargados de formar a los especialistas universitarios en múltiples ramas del conocimiento no tengan previamente una preparación idónea.

Hay quienes se preguntan qué significa ser profesor universitario (A. Gewerc y L. Montero, 1996), cuya respuesta está relacionada con las características que lo identifican profesionalmente, lo cual está a su vez determinado por las condiciones históricas y los contextos institucionales en que desarrollan su labor. Es decir, que caracterizar al profesor universitario presupone tener en cuenta los momentos históricos actuales de inicios del siglo XXI y las peculiaridades de las instituciones universitarias donde laboran debido a que entre ellas existen grandes diferencias estructurales y funcionales, en dependencia no solo de su nivel de desarrollo, historia y tradiciones sino también de las áreas geográficas donde se encuentran insertadas, así como las condiciones sociales, políticas y culturales de los países a los cuales pertenecen.

Al valorarse la interrogante qué es ser profesional docente, se afirma que la profesión docente constituye el compromiso con una forma de trabajo en los espacios pedagógicos basada en la reflexión, en la investigación, en la innovación en torno a los problemas de la práctica que la mejoren y que vaya dando paso a una nueva cultura profesional construida desde el trabajo en equipo y orientada a un mejor servicio a la sociedad (J. Sarramona y otros, 1998). Se identifican a los profesionales de la educación con tres funciones pedagógicas básicas: de docencia, de apoyo al sistema educativo y de investigación. Y definen al profesor como todo aquel que enseña de una manera organizada, en virtud de la preparación académica adquirida, que acredita a través de algún título, en alguno de los niveles del sistema escolar o estudio reglado. Y proponen como características definitorias de la profesionalidad en la docencia las siguientes:

Delimitación de un ámbito específico de actuación.

Preparación técnica y científica para resolver los problemas propios de su ámbito de actuación.

Compromiso de actualización y perfeccionamiento de los conocimientos y habilidades que le son propios.

Unos ciertos derechos sociales como individuo y como colectivo profesional.

Autonomía de actuación.

Compromiso deontológico (de los deberes y los derechos) con la práctica docente.

Otros autores caracterizan al profesorado universitario con los siguientes rasgos (E. Fuentes y M. González, 1997):

Heterogeneidad: se caracterizan por su relativa juventud, por la gran cantidad de campos disciplinares en que se especializa, ya que prácticamente todas las ramas del saber se encuentran en la institución universitaria, así como por las diferentes biografías personales, trayectorias profesionales y edades cronológicas.

Multiplicidad de libertades: dispone, en comparación con otros niveles del sistema educativo, de un elevado grado de autonomía para el desarrollo de su función docente, lo que puede resultar un estímulo a la innovación.

Diversidad de responsabilidades: el docente universitario no solo enseña y en algunos casos se convierte en investigador, sino que en su inmensa mayoría tiene responsabilidades en relación con la investigación sobre un campo determinado, en ciertas ocasiones con la gestión y en una concepción ampliada de las funciones, también, entre otras, de extensión cultural y de proyección social de los conocimientos. Es considerado un profesional doble porque no solo enseña sino también investiga.

Organización en una estructura departamental: las funciones básicas antes señaladas se desarrollan en el marco de una organización departamental. El departamento es considerado como la principal unidad orgánica de docencia e investigación, además de los aspectos de gestión, administración y relaciones institucionales.

Mª Begoña Rumbo (2000) concibe al profesor universitario como aquel docente e investigador a la vez, que reflexiona sobre y desde su práctica educativa, lo que coadyuva a mejorarla en función de las necesidades contextuales donde se desenvuelve. En esta definición se destacan dos aspectos que son esenciales y que diferencian al profesor universitario del resto de los niveles de enseñanza precedentes: a la vez que imparte clases investiga, precisando que esta función investigativa no está relacionada solo con el contenido de las asignaturas y disciplinas que imparte sino también sobre su labor educativa, a partir de la reflexión que hace de ella desde el punto de vista teórico y práctico.

No todos los profesores universitarios investigan, lo cual es cierto, y de los que cumplen esta función no todos lo hacen sobre su práctica educativa cotidiana, que también es cierto. Pero habría que preguntarse, en primer lugar, ¿por qué no investigan?, y en segundo lugar, ¿al no cumplir esta función se están desarrollando como profesionales? Con respecto a la primera interrogante pudieran no investigar por falta de preparación para hacerlo, lo que manifiesta una carencia significativa en su nivel profesional, que conduce directamente a la segunda interrogante: es evidente que se encuentran poco desarrollados como profesionales de la educación superior, es decir, que les falta profesionalismo.

De modo que el profesionalismo de los profesores universitarios tiene variadas y elevadas exigencias que se erigen como verdaderos retos para los claustros en esta época, lo cual va complejizando más esta profesión. Tienen razón los que afirman que ser profesor universitario en esta época es más difícil que años atrás porque las exigencias...

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