La doble política de la FIFA en las nacionalizaciones

"Es imprescindible detener esta práctica", dijo Joseph Blatter, presidente de la FIFA, el 17 de marzo de 2004, tal vez arrepintiéndose de lo establecido en el Congreso Extraordinario del 19 de octubre de 2003, en Doha, cuando se decidió que era suficiente con que un futbolista no hubiera jugado nunca con la selección de su país de origen y que contara con la nacionalidad de un segundo para poder vestir su camiseta. Un paquete de convocatorias de brasileños al seleccionado de Qatar, que incluía a Ailton, de Werder Bremen, y Dede y Leandro, de Borussia Dortmund, a cambio de un millón de dólares para cada uno, encendió la alarma y el máximo organismo del fútbol mundial decidió poner un freno a lo que llamó "nacionalizaciones por conveniencia".Desde aquella ocasión hasta la fecha, hubo en el mundo una gran cantidad de jugadores nacionalizados, como los argentinos Mauro Camoranesi y Daniel Osvaldo, para vestir la camiseta de Italia; Deco y Pepe, para jugar por Portugal; Lucas Barrios para integrarse al seleccionado paraguayo, o los 17 hijos de argelinos, pero nacidos en Francia, que se nacionalizaron para reforzar a Argelia en el Mundial de Sudáfrica 2010. Pero ningún caso fue tan polémico como el que motivó la puja entre la Confederación Brasileña de Fútbol y la Real Federación Española de Fútbol por Diego Costa, el brasileño que en 2013 jugó dos amistosos con el equipo de Luiz Felipe Scolari y unos meses después optó por ser el naturalizado número 39 que tendrá la Roja. Obviando el aspecto económico, pero sí teniendo en cuenta que para Diego Costa es una obsesión jugar el Mundial, ¿no fue una nacionalización por conveniencia?Costa era un ignoto delantero hasta que explotó el año pasado en Atlético de Madrid, de la mano de Diego Simeone. Su currículum ya era frondoso: incluía pasos por Celta (2007), Albacete (2008) y Valladolid (2009). Con Simeone en el banco, Costa explotó. Y los entrenadores brasileños se acordaron de él cuando se supo que Vicente del Bosque, DT de la selección española, lo tenía en sus planes. Por ese acercamiento de la selección campeona del mundo, el delantero de Atlético de Madrid no dudó en tomar su trascendental decisión apenas se sintió relegado por el DT del Scratch en la última Copa de las Confederaciones, torneo oficial en el que Brasil pudo habérselo asegurado para siempre: bastaba con jugar un minuto. Sólo Scolari sabe por qué decidió dejarlo afuera de la lista cuando ya lo había convocado para los dos amistosos de marzo de 2013...

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