¿Doble comando? No, doble discurso

Obligado a dar positivo en los controles que le hacen para ver su nivel de kirchnerismo en sangre, Alberto a veces exagera. En los últimos días se peleó con el campo por la retención a la soja, con la Iglesia por el aborto y con los jueces por sus jubilaciones, retó a los empresarios por el alza de precios y se hace el distraído con los proyectos para liberar a Milagro Sala y para convertir al periodismo de investigación en una prueba a favor de los investigados. Siempre fue un tipo de pocas pulgas, de genio complicado. Incluso algunos ya lo llaman Dylan, por lo que ladra. Pero cuando uno es presidente, en general elige con quién pelearse. Si andás a las patadas con los curas, con los chacareros y con los jueces, y además te guillermomoreneás con el "círculo rojo", queda la sospecha de que te están exigiendo pruebas de lealtad a la causa. En el último whatsapp a Cristina, anteanoche, le pidió la tarea para el hogar: "¿Ahora quién sigue en la lista, señora?".El problema es que, haga lo que haga, es como que siempre está en falta, siempre le piden más. Desconfían de él. Apenas se va a duchar o a dormir, le revisan el teléfono. Sí, desconfían muchísimo de él, y lo bien que hacen. El ilustre profesor no tendrá plan económico (y mejor que no lo tenga si el encargado de hacerlo es este chico Guzmán), pero sí un plan político claro y evidente: reafirmar su poder, consolidar un liderazgo. En pocas palabras, sobrevivir a su vice. Más allá de que puedan compartir ciertas visiones, estilos, ideas y rencores, su kirchnerismo de estos días es absolutamente estratégico. A ver: él no haría kirchnerismo si no fuera presidente de un gobierno kirchnerista. Tampoco es que esté tan incómodo, pero sería un presidente peronista, populista, tirando a progre en lo social y cultural, y tirando a ortodoxo en lo económico. Iría tirando. Tirando camporistas por la ventana.Cristina lo sabe, por supuesto. Es gracioso, porque a ella tampoco se le escapa que no son tiempos en los que se puedan volver a hacer todas las cosas que ella hizo, especialmente en materia económica. Que lo haya elegido a Alberto se explica también por la necesidad, entre otras muchas necesidades, de acordar con el Fondo Monetario y con los bonistas, tarea ingrata si las hay. Esta semana, los funcionarios de la misión del FMI se pasearon muy orondos por los pasillos de Economía, pidieron papeles, discutieron números, exigieron precisiones y en un almuerzo devolvieron hamburguesas porque no tenían...

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