Divorciados y comunión, un debate necesario

La prohibición que pesa sobre los divorciados y vueltos a casar para recibir la eucaristía fue considerada por el papa Francisco como uno de los temas que la Iglesia se propone evaluar detenidamente en los dos próximos sínodos convocados para octubre de este año y para 2015.

Lo que el Papa pretende es que se analice una vez más esta cuestión dentro de la pastoral familiar. No se trata de un hecho novedoso, ya que se ha manifestado desde los orígenes de la Iglesia y tuvo defensores y opositores a lo largo de estos veinte siglos. Pero desde hace algunas décadas los cambios en las familias resurgieron como un tema que los hombres de la Iglesia no pueden eludir. La familia clásica y tradicional, indisoluble, con padre, madre e hijos, tuvo un vuelco y dejó de constituir una incontrastable mayoría. El arzobispo de Honduras, Oscar Rodríguez Maradiaga, a quien el papa Francisco le confió la Secretaría del Consejo de cardenales, llamado Grupo de los 8, dijo al respecto que también entre los católicos "hay separados, familias extensas, progenitores que crían a sus hijos sin cónyuge; está también el fenómeno de la maternidad subrogada, de los matrimonios sin hijos y no hay que olvidar las uniones entre personas del mismo sexo". La vieja familia ya no existe sola, dijo el arzobispo. Todo es nuevo. Y por tanto también la Iglesia debe dar respuestas nuevas y "al paso con los tiempos", respuestas que "ya no pueden estar fundadas en el autoritarismo y el moralismo", afirmó Maradiaga.

Con todo, no les resulta fácil a los hombres que gobiernan la Iglesia escapar al pronunciamiento de Jesucristo, que según Mateo 19, 9, afirmó: "El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio". Esto hizo que a lo largo de la historia se formaran dos corrientes, una más severa en la Iglesia de Occidente y una más flexible, en las iglesias de Oriente. En Occidente, la Reforma Gregoriana en el siglo XI se opuso a la tendencia liberalizadora y retornó a la interpretación originaria de la escritura y de los padres. La Iglesia Católica defendió la indisolubilidad del matrimonio, ente otros motivos, porque el cisma de la Iglesia de Inglaterra separada del sucesor de Pedro tuvo lugar no con motivo de diferencias doctrinales, sino porque el Papa, en obediencia a las enseñanzas evangélicas, no podía ceder a la presión del rey Enrique VIII para disolver su matrimonio. El Concilio de Trento confirmó la doctrina de la indisolubilidad...

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