Discurso del Presidente de la CS

AutorDr. Ricardo Lorenzetti
CargoPresidente de la CSJN

Buenos días a todos los presentes, verdaderamente es un gran placer para mí y todos los ministros de la Corte Suprema recibirlos a ustedes en esta sala, y queremos agradecerles infinitamente esta participación a todos los magistrados aquí presentes, a los legisladores del Congreso de la Nación , a los legisladores de Congresos provinciales, al señor ministro [de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la Nación ], al señor Procurador [General de la Nación ], a la señora Defensora [General de la Nación ], a todos los funcionarios, al público en general y también, por supuesto, a todos los medios de prensa que siempre están acompañándonos. A todos los empleados, los trabajadores, representantes gremiales, a todos ustedes, vuelvo a decirles es un gran placer para nosotros recibirlos, sobre todo en un acto que, como decimos siempre, no tiene por objetivo plantearnos qué le podemos pedir nosotros al país, sino a la inversa, decir qué podemos hacer nosotros como miembros del Poder Judicial por el país y ésta es una consigna que hemos planteado desde la primera presentación del año judicial.

Porque todos nosotros debemos comprender que ésta debe ser una máxima de actuación de todos aquellos que tenemos responsabilidades, entender que en definitiva no somos más que ciudadanos comunes que hemos sido beneficiados por una extraordinaria oportunidad de servir al pueblo de la Nación. No es más que eso lo que estamos haciendo y siempre tenemos que tener esta guía en nuestras mentes, ver de qué manera mejoramos nuestro servicio de justicia, en este caso, para que nuestro pueblo esté mejor.

Pero permítanme ustedes comenzar este año con una reflexión sobre un contexto ineludible para todos nosotros y que nos acompañará a lo largo de este año. Se cumplen 200 años de la fundación de la Nación. Es el año del Bicentenario y no es un dato menor porque es un dato que debemos tener en cuenta ya que nos suministra una perspectiva histórica importantísima que también va a ser guía de actuación de todo lo que hagamos. Durante 200 años hubo hombres y mujeres que hicieron esfuerzos sobrehumanos para dejar algo a las generaciones futuras. Esas generaciones futuras somos nosotros. Nosotros somos el futuro de aquel pasado.

Somos la justificación de los esfuerzos de muchos hombres y mujeres durante ese período. Y eso es algo que tenemos que tener en cuenta. Debemos estar a la altura de esos esfuerzos históricos. Debemos tener en cuenta todo aquello que nos ha precedido. Y es importante esta visión histórica que no en pocas ocasiones las dejamos de lado. No es excesivo decir que muchas veces nos distraemos en peleas cotidianas, en distracciones del momento y dejamos de lado aquello que es importante que es el diseño institucional de la Nación. Los grandes temas que hacen que nuestro país y nuestro pueblo mejoren.

Si nosotros examinamos estos 200 años vamos a encontrar que allí hubieron momentos de gran esplendor y otros momentos de decadencia. Hubo actitudes de heroísmo y también hubo actitudes de claudicación, hubo momentos en los cuales asistimos y pudimos ver divisiones irreconciliables que hoy, luego de varios años, permanecen completamente olvidadas o han perdido su significación. Por eso cuando nosotros decimos cuál es la enseñanza del bicentenario, y queremos encontrar algo en este fondo histórico no lo vamos a encontrar en esas divisiones, y en esas disputas sino por el contrario en aquello que nos une, y creo que es aquí donde nosotros tenemos que abrevar en la enseñanza del bicentenario.

Es un cambio de paradigma, es un cambio de dirección, construir sobre aquellas bases sólidas que son los elementos que nos unen y no sobre la fragilidad de aquello que nos separa, que nos divide. Este es el gran cambio que creo yo demanda el bicentenario, una visión mucho más amplia de todos nosotros, centrarnos en aquellos valores, principios, pilares básicos que unen a los argentinos y hacen que nosotros sigamos viviendo juntos en este país. Porque lo que ha perdurado de estos 200 años no son las divisiones sino aquellas razones que hacen que nosotros sigamos aquí. Porque vivieron nuestros antepasados, porque vivimos nosotros y porque vivirán en esta tierra nuestros hijos y nuestros nietos.

Por eso es que nosotros tenemos que trabajar fuertemente en el diseño institucional de la Nación , esta suerte de reconstrucción del contrato social, que cada generación adapta a sus épocas según sus necesidades, según los desafíos que le toca enfrentar. Pero son las mismas reglas siempre. Y aquí está el gran rol que tiene la Corte Suprema y todo el Poder Judicial como la institución que debe ser la más previsible porque es aquella que se ocupa de mantener los grandes principios sustantivos, las reglas de juego básicas de la sociedad, aquello que hace que nuestros ciudadanos estén tranquilos, que puedan vivir en paz, que sus derechos sean respetados. Aquello que hace que se resuelvan las competencias y los conflictos lógicos que existen en todas las sociedades.

Esta es la gran función que tiene que tener la Corte Suprema como tribunal constitucional, mantener aquellas reglas básicas del funcionamiento social que no son otras que las que están en la Constitución. ¿Cuáles son esas reglas básicas en nuestro tiempo? Yo voy a mencionar algunas de las que nosotros consideramos principales o primordiales sin abundar excesivamente.

En primer lugar, hay algunos valores o reglas que hacen al funcionamiento interno del Poder Judicial. Y aquí es donde nosotros sostenemos algo que lo hemos dicho también en reiteradas oportunidades: el Poder Judicial es un poder del Estado. La presencia de todos los magistrados que están aquí, aquellos que son magistrados de la Justicia Federal, de la Justicia Nacional, de todas las provincias, aquellos que están en la Junta Federal de Cortes, aquellos que siempre nos acompañan, la Federación Argentina de la Magistratura, la Asociación de Magistrados, todos ellos nos enorgullecen porque en definitiva están dando aquí un aporte que consideramos nosotros que es histórico.

Porque nunca hubo tanta unidad interna en el Poder Judicial, esa idea creciente que se va alimentando día a día acerca de que somos un poder del Estado.

Y un poder del Estado tiene sin duda alguna una función política en...

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