Un director británico y un actor de lujo

Jonathan Butterell y Elena Roger se dan un sonoro beso y charlan sobre el vestuario mientras se prepara el ensayo. "Lo que busco es vida", dice el director británico con un halo de misterio, que pronto se desvanece cuando sonríe y muestra que todo es más sencillo de lo que parece. Incluso la complejidad del material con el que está trabajando: la historia de dos artistas de vanguardia, excéntricos, llenos de contradicciones, pasiones y dolores, como lo son Kurt Weill y Lotte Lenya, y el disruptivo Bertolt Brecht, personaje satelital de este relato. Llevarlo a escena radica en un concepto simple: "Lo que siempre busco para trabajar es gente que esté viva. Suena tonto y ridículo. Pero así como Elena es compleja, busco gente que pueda llevar esa complejidad a la vida en un escenario. Y puedo garantizar que tengo el elenco más espectacular", dice, en referencia al protagonista masculino Esteban Meloni, que encarna a Weill; a Diego Mariani, que será Brecht, y un reparto que se completa con Rosana Laudani, Belén Pasqualini, Ana Fontán, Néstor Sánchez, Luciano Bassi y Mariano Taccagni.

Butterell aceptó la propuesta de Pablo Kompel -a quien define como "el verdadero corazón de todo este trabajo"- por tres razones: Elena Roger, Kurt Weill y volver a la Argentina (después de Nine, vino a dirigir La novicia rebelde). "Es una obra íntima, no tiene la escala de las producciones de Broadway. No creo que deba tenerla. Todo está puesto en la compleja y hermosa relación entre ellos. Traté de despojarla de todo lo que no sea esencial, no agregar extras, sólo lo que tiene que ver con la relación y con lo que la rodea". A la hora de armar la puesta, no le teme al público extranjero: "Estuve en Japón y en toda...

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